Algunos editorialistas identificados con el oficialismo,
o al menos, oficiosos, han puesto en la mira de las candidaturas a la Sra.
María Helena Hernández, esposa del gobernador. Habría que ver de dónde vienen
las informaciones pero de donde vengan, flaco favor le hacen a quien,
seguramente está ocupada en otras cosas.
Si provienen del medio oficial y de alguna manera
pretenden sondear el terreno para una posible candidatura, especialmente en lo
que se refiere a la gubernatura del estado, tendrán que cargar con la
responsabilidad de poner en punto de mira, en la competencia política y sus
veleidades a quien lleva a cabo un trabajo humanitario, nunca cuestionado. Sin
embargo, una vez que se ha penetrado en
las peripecias de la competencia, de las cloacas o del oropel –según el caso- que, naturalmente inunda el mundillo político,
no hay manera de salir indemne.
Si los tales escribidores oficiosos desean quedar bien,
que se sepa en allá en alto que le ven a la señora cualidades para ocupar el
puesto de su esposo; que el tal tinterillo, en sus profundos análisis políticos
ha llegado a la conclusión que la Sra. Helena ha demostrado capacidad para
llevar en sus hombros la responsabilidad de conducir con sapiencia y
sensibilidad los destinos de un estado, no es más que una opinión personal –con
tesis y antítesis- como todas las doxas y quizás, hasta un aumento en los
estipendios y consideraciones al desarrollador de tan fausta opinión.
Sin embargo, a como está –y como se va a poner- el
caldero de las pretensiones políticas dentro de un año, cuando ya solo falte
otro más para que se termine el minisexenio, la formación de candidaturas por
los partidos sufrirán el síndrome del chivo en una cristalería y en el PAN,
donde presuntamente la Sra. Helena habría de lanzar su candidatura, hay
pretensos cuyas ambiciones bien podrían figurar en la Historia Universal de la
Infamia.
Por lo pronto con o sin intención del oficialismo; con o
sin los permisos de la involucrada para explorar una posible candidatura; con o
sin la intención –por demás legítima- de continuar en el servicio a los
sudcalifornaianos desde otra trinchera –pero en El Caimancito remodelado- la
Sra Helena tendrá que salir –cualquier día- a desmentir o a afirmar sus deseos
en materia política.
Hay el riesgo que lo que podría ser un buscapiés de
oficioso periodista, lo que debería ser un elogio a su actividad al frente del
DIF, se convierta en una charada y en carne para los leones del circo romano
que es la política y sus vaivenes.
Convertir a la Primera Dama del estado en competidora
política la convierte en un blanco fácil. Se recuerda al respecto el caso de
Martha –Martita para los íntimos- de Fox quien a mediados del sexenio empezó a
abrigar esperanzas de suceder al presidente esposo, el propio presidente
alimentó la especie y no faltó quien, desde la comentocracia, impulsó los
deseos de la aquella primera dama que sintió que la virgen le hablaba, así
también aparecieron las críticas, las diatribas y escarnios desde varios
frentes, de los amigos y de los enemigos, obviamente porque se pretende llenar
un espacio, hacerse un lugarcito que otro u otros también pretenden. Entonces,
la primera dama, que se caracteriza por hacer un trabajo honorario, humanitario
y de buena voluntad, la parte solidaria del régimen, se convierte en un
político más, en busca de una posición que otros desean, así, entra en la lucha
política y en caso de la Sra. Helena, a dos
años de terminar su responsabilidad al frente del DIF, se vería
involucrada en asuntos de nada tienen que ver con su actual responsabilidad.
Si la actual presidenta del DIF y alma del programa
“Valores Sudcalifornianos, abriga esperanzas en ese sentido, ya se sabrá a su
tiempo y se habrán de hacer los movimientos necesarios y en el tiempo que
considere prudente. En estos momentos parecería demasiado pronto y parece más
obra de desmañanados que en nada favorecen la función que lleva a cabo, es
decir, la cara amable del gobierno.
(publicado en el periódico digital octavo dia)
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