Algunos ya ni se acordaban de su existencia,
casi olvidado por la clase política sudcaliforniana, con ocupaciones en el
liderazgo nacional de la CROC; en el senado plurinominal, reservado del PRI
para los eternos líderes obreros; con escaso arraigo en el estado en los
últimos años, a la hora de las elecciones generales donde había que colocar
senadores y diputados, apareció, como por arte de magia Don Isaías González
Cuevas que, quedaba como anillo al dedo,
como pieza de rompecabezas a la situación electoral del PRI sudca: Don Isaías
requería de un escaño para continuar en el senado, el PRI sudcaliforniano, en
cambio, de los dineros y la capacidad de movilización que la central obrera concita.
Bocabajeado en los últimos años, el PRI andaba necesitado de financiamiento y
de limpiar la cara, de presentarse como un “nuevo PRI”.
Si bien González
Cuevas es exactamente lo contrario a la cara que pretendía mostrar el priismo,
también es cierto que el líder de la CROC sin presencia política en el estado,
tampoco se le relacionaba con la camada de priistas que perdió el poder en
1999, así, sin más remedio, entró como pareja de Barroso Agramont en la fórmula
para el senado, una clara metáfora de las contradicciones del antiguo partido
de estado: la pretendida nueva imagen que no puede prescindir de los viejos
zorros que se mantuvieron el poder por setenta años… y pico.
Cuando se pensaba que
González Cuevas, una vez conseguido la senaduría, se retiraría –bien pagado- a sus actividades croquistas y dejaría el
cotarro a los impulsores de la “nueva imagen” del PRI en BCS, nada de eso
sucedió. Apenas pasadas las elecciones, Don Isaías sentó su base en la capital
sudcaliforniana y ha desplegado una febril actividad política: en los medios de
comunicación tradicionales, en las redes sociales, en giras, presentaciones,
discursos por aquí y por allá, entrevistas, etc. Ducho en la grilla, curtido en
menesteres políticos, el experimentado líder obrero ha olido sangre. Conocedor
de las reglas no escritas del PRI, se ha ido por la libre.
Cuando parecía que la
lucha por la candidatura del PRI por la gubernatura quedaría entre los jóvenes
de la nueva cara priista, en los últimos meses se han visto rebasados por la
actividad inusitada del líder croquista. Por la edad, por la falta de arraigo,
por un pasado turbio en Sudcalifornia, se daba por hecho que González Cuevas no
tenía posibilidades de hacer siquiera sombra a los señalados como probables
candidatos; ahora, propios y extraños han tenido que recular y reconsiderar sus
cálculos políticos porque el viejo está más
vivo que nunca.
Además de mantenerse
activo en los medios y en la ola ascendente priista del estado, González Cuevas
ha venido agregando a su primer círculo, a los priistas que no formaban parte
de esa nueva imagen –del “nuevo PRI”- pero que fueron perseguidos, azuzados y
vilipendiados –con o sin razón- por Leonel Cota cuando perdieron el poder en el
99. Algunos como Jesús Flores que aguantó
firme el vendaval han obtenido el valioso apoyo de Don Isaías para
hacerse de la presidencia estatal del PRI: sin la discreción, sin las maneras
habituales del viejo PRI, González Cuevas ha declarado “es el próximo presidente del partido, no nos queda duda”
(Octavo Día 30 de mayo 2013) en
referencia a la disputa que mantienen Jesús Flores contra Juan Alberto
Valdivia, uno de los representantes de la “nueva cara” del PRI.
Sin ambages, claro,
muy claro, sin los subterfugios odiosos que suelen los políticos tomar cuando
se les pregunta algo comprometedor, González Cuevas ha apoyado de manera
contundente a Jesús Flores. Hay en esta proposición un órdago fenomenal, pero
también, una posible grieta en este PRI sudca que parecía tan unido. González
Cuevas ha tirado a matar, no tiene nada que perder, pero en caso de triunfar
Jesús Flores, tiene mucho que ganar: al líder croquista se le abre una amplia
avenida rumbo al 2015. Solo así adquiere sentido esta “indisciplina”. Conocedor
del asunto, González Cuevas se mueve, en esta ocasión, para salir en la foto.
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