miércoles, 29 de junio de 2011

EXGOBERNADORES

Introducción. De las llamadas reglas no escritas del PRI -y del sistema que nos gobernó durante más de setenta años- entre tantas, había una especie de código del ex gobernante, en cuyas recomendaciones se encontraban ciertas conductas dirigidas, básicamente, a no inmiscuirse en los terrenos del gobernante en funciones –que casi siempre era de su propio partido- es decir, un comportamiento discreto, reservado y prudente una vez terminada su gobernanza.

Cada vez que un ex gobernante se atrevió enmendarle la plana al actual, cada vez que un ex gobernante salió del ostracismo impuesto por el sistema para inmiscuirse en los espacios del sucesor, fue apabullado por el sistema PRI-gobierno, vituperado y mal visto; se le endilgaba el mote de “Emisario del pasado” –una especie de marca indigna- que no era poca cosa en el mundillo del Revolucionario. El ex gobernante tenía que optar por el retiro a la vida familiar, a gozar de sus bienes materiales –al exilio dorado- o en su defecto, desplegar su actividad política en otro campo, diferente al cargo que había ocupado, de preferencia fuera de la entidad que había gobernado.

En Baja California Sur, desde que inició la conversión de Territorio a Estado con un gobierno de transición a cargo del Ing. Félix Agramont y después, la elección de Ángel César Mendoza, ambos siguieron los cánones de la época: Agramont se retiró a disfrutar de su jubilación, Ángel César Mendoza después de un tiempo en la administración nacional a cargo de una subsecretaría, ha permanecido como símbolo del buen ex gobernante; Alvarado Arámburo encontró la muerte trágica, retirado de toda actividad política; Liceaga Ruibal, ha sido representante del PRI en algunos estados, casi inactivo actualmente; Mercado Romero después de sus líos judiciales, sus apariciones son esporádicas y moderadas en actos del partido. A partir de la llamada transición democrática y la alternancia en el poder, los ex gobernadores sudcalifornianos, empiezan a dar que hablar, se han convertido en aves de tempestades, en buena parte porque no han seguido las pautas del viejo sistema.

Las cosas han cambiado y es bastante discutible si los ex gobernantes debieran seguir las reglas que al PRI-gobierno le funcionaban muy bien o si esos códigos de conducta son solo anacronismos que debieran estar en el museo de las antiguallas. Independientemente del debate acerca del comportamiento, los últimos dos ex gobernantes, no han seguido tales reglas y el ruido que han generado los ha llevado a perder prestigio, a poner en entredicho su reputación de personas equilibradas y sensatas, incluso, su salud mental.

Leonel Cota. Es quien marca la alternancia en el poder en BCS. Una vez terminado su periodo, es llamado a ocupar la dirigencia nacional del PRD, en cuyo ejercicio sucede la controvertida elección de Felipe Calderón a despecho de López Obrador, en la que se genera, todo lo que ya sabemos mientras Leonel Cota permanece en el ojo del huracán. Pasadas y enfriadas las hostilidades entre ambos polos sociales y políticos, Cota Montaño es relevado en una elección sumamente polémica, en la que es el propio Leonel quien abandona la dirigencia del partido, sin aun quedar clara su sucesión. Ahí empieza un cuesta bajo político que continúa con la negativa de la nueva dirigencia nacional y de sectores de perredistas sudcalifornianos, a ocupar una diputación federal plurinominal. Lo peor es que esa diputación federal se la adjudicaron a un general del ejército –Francisco Armando Meza Castro- que los sudcalifornianos no conocen, que nadie sabe ni ha sabido de su paradero. Las relaciones de Leonel Cota con sus anteriores valedores del PRD local cambian ostensiblemente, apoyados a la vez, por Narciso Agúndez.
Cota Montaño regresa al estado y pronto salta a la escena política para participar de manera activa. El panorama que encuentra es muy diferente al que dejó cuando salió de la gubernatura, unas cuantas semanas antes de concluir su mandato. Agúndez Montaño tiene las riendas del partido, la anuencia de la dirigencia estatal y nacional para conducir la sucesión, sin embargo, Leonel Cota trata de influir en ésta a través de un frente ciudadano con lo que quedaba de sus simpatizantes. Muy pocos perredistas enchufados en el gobierno acuden en su ayuda y empieza a endurecer el discurso en contra del gobierno de Narciso Agúndez.

Finalmente en medio de las intensas y calientes luchas internas perredistas, pierde la partida, no logra imponer candidato, triunfa Luis A. Díaz –el candidato de Agúndez- y decide abandonar el partido. En búsqueda de mayor protagonismo y de un espacio de poder, vende su alma a cualquier partido que respalde sus pretensiones de contender por la alcaldía de Los Cabos, es aceptado por el partido Nueva Alianza, de Elba Esther Gordillo, una maniobra inverosímil que daba cuenta del desquiciamiento de Cota Montaño. Quien había formado parte del primer círculo lópezobradorista, presidente nacional del PRD en 2006 cuando quedaron a menos de 0.5% de llegar a la presidencia, se precipitaba en el despeñadero de la incongruencia y la falta de sentido común.

La preferencia electoral de los cabeños por Leonel Cota que fue de 11.6 %, le daría su merecida pócima de realidad. Como colofón a esta manifestación rocambolesca de nostalgia por el poder, Leonel Cota, dos o tres días antes de la elección general estatal, llamó a sus simpatizantes –que ya eran muy pocos- a votar por el PRI.

Un ejemplo de apego al poder y de las peripecias a las que puede llegar un político que, hacía unos cuantos años había hecho temblar el rocoso sistema político estatal priista, cuya audacia y capacidad de convocatoria había derrotado sin remedio al partidazo borrándolo de la competencia electoral; el político sudcaliforniano que, sin duda, ha llegado más lejos en ámbito nacional -solo comparable a Agustín Olachea- protagonizaba uno de los descensos más agudos –y lastimosos- que carrera política alguna a pueda soportar.

Narciso Agúndez. Es sabido que Agúndez Montaño llegó al poder impulsado por Leonel Cota. Nadie sabe los factores que empujaron a LCM a apoyar a NAM, a falta de tales confesiones, algunos analistas piensan que la idea de Leonel Cota –conociendo su adicción al poder- era mantenerse, mediante una especie de hombre de paja, en el poder. Si esto fue así, es obvio que Narciso Agúndez desestimó el papel conferido y se aferró al poder como una lapa.
A pesar que los primeros años de gobierno, Leonel Cota se mantuvo ocupado en otras lides y fuera su atención de BCS, fue bastante respetuoso –al menos, en términos mediáticos- del gobierno de su sucesor, el último año de gobierno de NAM fue particularmente traumático, no solo por las andanadas de Leonel Cota y su frente, también porque las cosas empezaron a ir mal: sospechas y señalamientos de mal uso de los recursos; problemas para imponer a su candidato, dicho candidato con mala prensa y mal
a fama; municipios en la indigencia; complicaciones que no supo resolver y se enquistaron como la Universidad, el Tribunal, crímenes no resueltos con exceso de repercusión mediática, escándalos de colaboradores a los que apoyó hasta la ignominia; sospecha enriquecimiento bastante explicable; mala relación con la prensa, una serie de asuntos que terminaron por presentarlo a las nuevas elecciones como un gobierno descompuesto, con muy pocas posibilidades de repetir en el poder, como en efecto sucedió.

Más que un político con oficio, catalogado como un hombre con suerte, Agúndez Montaño, una vez que ha salido como pudo de la gubernatura, empieza a tentar a la fatalidad. Hace algunos días realizó una misteriosa aparición: rodeado de un estado mayor de tenebrosos personajes en un enigmático rancho del Valle, acompañado de gerifaltes obsequiosos del Partido Verde Ecologista, enfundado en una casaca de ese partido, emitió de forma secreta velada –casi subliminal- la disposición a proponerse para una próxima senaduría bajo la divisa del único partido que le faltaba transitar, el Verde.

Otra vez la nostalgia del poder, otra vez el apego morboso a regresar por sus glorias pasadas, única manera de explicar tal regreso. El ciudadano común no alcanza a comprender que es lo que pretende el ex gobernador y es la búsqueda de fuero la hipótesis más próxima a la intuición, motivos más nobles no parecen encuadrar en la personalidad de Agúndez. Más tardó en hacer el anuncio de su nuevo estatus político, que las instancias de justicia del nuevo gobierno en establecer una serie de acusaciones de malos manejos de Narciso en su
accidentada gobernanza.

Asuntos inmobiliarios, una conocida debilidad del ex gobernador. Bien acreditada fue su estratagema para, junto con una legión de ricachones de Los Cabos –que seguramente hoy hacen el fuchi a Agúndez- querían, mediante domicilios apócrifos, jambarse unos terrenos valiosos en una ejido aledaño a La Purísima. El Procurador hace el anuncio de una extraña denuncia -procede por el arquitecto José Refugio Carrillo Sánchez, en su carácter de Director del Patrimonio Inmobiliario y Regularización de la Tenencia de Tierra del Gobierno del Estado. La respuesta de Narciso ha sido un amparo federal que le da un amplio margen de maniobra. Para el común de los sudcalifornianos, la treta tiene más de ruido mediático, que una seria amenaza de castigar delitos administrativos. En eso están.

Marcos Covarrubias. Para Covarrubias no debe ser una situación cómoda tener al ex gobernador Agúndez respirándole en el occipucio; asomándose a los asuntos del estado; merodeando en los íntimos pasillos del poder sudca. Más aun cuando es muy probable que el propio Leonel Cota –un animal político- una vez lamidas las heridas, inicie un retorno reivindicador a las lides políticas sudcalifornianas. De esta manera, habría dos ex gobernadores sueltos, sin mayor recato, sin dirección ni partido, sin reglas escritas –menos, no escritas- sin la contención de una ética que modere las ambiciones de ambos.

Una situación inédita en la historia de los procesos políticos de BCS que requiere un tratamiento también, nuevo y original. Covarrubias tendrá que hacer acopio de todos sus recursos para neutralizar un posible descontrol o desestabilización de su gobierno. Urge al gobierno, acuerdos que pongan en su lugar a los ex gobernadores sin atentar contra sus libertades ciudadanas.
Epílogo. Las conductas de los ex gobernantes que el viejo régimen acuñó, estaban fundamentadas en el caudillismo postrevolucionario. Personajes ávidos de poder, de talante autoritario, que en el intento por permanecer el mayor tiempo posible en el candelero, se convertían en factores de obstrucción de las instituciones democráticas. Fueron las razones por las que Cárdenas envió al exilio a Plutarco Elías Calles, por ejemplo. Tales conductas, con el tiempo se afianzaron, demostraron su utilidad y se convirtieron en normas ineludibles del sistema PRI – gobierno.

En la transición democrática y alternancia del poder, se ha incubado una especie de caudillo en cada gobernador, fenómeno provocado por la falta de control político que antaño se daba desde la Presidencia de la República, así, en su intento por conseguir unidad política, adhesiones, lealtades, los presidentes han dado también mayores libertades y mayor poder a los gobernadores, no es raro entonces, que algunos gobernadores se transformen en pequeños caciques sexenales y que, este caciquismo promueva las conductas transexenales que estamos viendo en las figuras de Leonel Cota y Narciso Agúndez.

sábado, 11 de junio de 2011

PATRULLA ORTOGRAFICA V

El anuncio ya se ve muy desvencijado y aunque bien pudieron colocar la palabra closets, inglés de armario, por ejemplo, cuando pasaron al español, fallaron en "cosina" por cocina.

viernes, 10 de junio de 2011

PATRULLA ORTOGRAFICA IV


Es un cartel con excelente ubicación, está justamente en la unión de la carretera que viene del aeropuerto Márquez de León con la carretera Transpeninsular, en la zona de Chametla.
La ortografóa no es lo suy, esperemos que la herrería se le dé mejor.

domingo, 5 de junio de 2011

EL GOBIERNO EMPANIZADO

Introducción. Todo empezó cuando el aun candidato a la gubernatura Marcos Covarrubias decidió el tremendo salto del PRD al PAN. Según se dijo en su momento, producto de una conspiración que involucraba el ala de Los Chuchos del PRD, instancias presidenciales y la dirigencia nacional del PAN, Covarrubias habría de ganar la elección general estatal, como en efecto sucedió. Teorías más, teorías menos, al cabo de unos cuantos días, cuando ya se había decretado gobernador electo, en febrero del año en curso, Marcos Covarrubias se afiliaba al PAN, con el alborozo del escaso y dividido panismo que habitaba en la media península.

El pleno del PAN en todo lo alto –como si realmente hubieran ganado la elección- festejaba el triunfo de Covarrubias; las dirigencias nacionales y estatales levantaban el brazo del ganador entre sonrisas satisfechas, confetis y serpentinas.

Los escasos panistas se aprestaban a cobrar el préstamo de las siglas, a incrustarse en la administración del nuevo gobierno y a generar el fenómeno político y social del neopanismo, un movimiento con características similares al neoperredismo que se vivió en el inicio del siglo, con la llegada al poder del Leonel Cota, un priista que había abrazado las siglas del PRD.

Antecedentes. El PAN, como bien se sabe, poco o casi nada pintaba en el Estado. Los últimos años, las noticias de este partido se referían a las continuas desavenencias entre la dirigencia estatal y uno de sus miembros más conspicuos, el senador Coppola, por lo demás, la única presencia política de peso en BCS, eran las delegaciones federales, algunas en manos de panistas sudcalifornianos. Ningún triunfo electoral relevante en los últimos diez años distinguía al PAN. Parecía que en este estado habían desaparecido los conservadores.



Los remotos triunfos del PAN se debieron a políticos que abandonaban el PRI, el caso de Crisóforo Salido que por poco le gana a Mercado Romero la gubernatura hace casi veinte años o de Ruffo Velarde que gana la alcaldía de La Paz en los noventas, ilustran bien la indigente situación del panismo en la entidad. Después, algunos triunfos menores por aquí y por allá, diputados locales, algunos plurinominales pero no más.

Los tiempos de la dominación del PRI, el PAN fue el partido que, al igual que en todo el territorio nacional, constituyó la única oposición visible, pero siempre en un segundo plano. Después vendría la dominación perredista por dos sexenios en los que el PAN tampoco jugó un papel relevante, aun cuando el PRI estuvo en la lona.

Así las cosas, al inicio de la contienda electoral reciente, el PAN había nominado a un empresario local como su candidato a la gubernatura. Sin ninguna posibilidad de triunfo, el mencionado candidato hizo algunas giras, reuniones, mítines sin mayor capacidad de convocatoria, que solo reflejaba la penuria panista que se expresaba en menos del diez por ciento de preferencias electorales.

Cambio de candidato e imagen. De pronto, de manera súbita, el candidato fue sustituido, sin más ni más, sin mediar mayor protocolo, por Marcos Covarrubias que después de su deserción del PRD y un periodo vacilante, ambiguo, finalmente decidió contender por el PAN donde fue bienvenido por Gustavo Madero y pronto, las fuerzas vivas del Acción Nacional acudieron en su auxilio. En cada mitin, en cada reunión había gobernadores, senadores, y demás conspicuos y famosillos miembros del panismo nacional que arropaban la campaña de Covarrubias, una campaña nada austera, en la que tiro por viaje se rifaban electrodomésticos y hasta carros cero kilómetros. Por recursos no quedaba.

Por su parte, Covarrubias que en su época de candidato de la izquierda pasaba como el hombre maduro y seductor, simpático y agraciado, coqueto y carismático, ya envuelto en las siglas del PAN, empezó a fundamentar su campaña en los valores familiares y se exhibía, cada que se podía, con su propia familia en los actos multitudinarios. Su esposa tuvo que hacer grandes sacrificios para permanecer, en un avanzado estado de gravidez, lo más que pudo, al lado de su esposo. Abrazaba, sin rubor y con gran entusiasmo los valores del panismo.

Fundamentalismo panista. Como todos los conversos, inmediatamente, apenas electo Covarrubias declaraba a un periódico (El Universal, 8 de feb. 2011) que estaba de acuerdo con la política aplicada por el presidente Calderón en contra del crimen organizado y decía: “ sentirse cómodo y de acuerdo con la ideología de la derecha y tendencias conservadoras, como la ley antiaborto”. Al preguntarle acerca de los estatutos, historia y orígenes del PAN aceptaba que desconocía aspectos como la fundación y agregaba: “Pero sí sé que tiene más de 70 años, 71 años. Quiero decirte que vamos a leer todita (la historia del PAN), pero lo poquito que hemos ido encontrando es algo que nos ha encantado”. Con estas declaraciones cerraba el ciclo que había iniciado con su defección del PRD y abría otro, muy incierto.

Una vez en el gobierno, coloca a varios panistas en sitios claves del organigrama, también se decide por amigos, leales y algunos personajes controvertidos de la política sudcaliforniana, especialmente en Finanzas, donde se ratifica a José Antonio Ramírez, a quien desde al panismo se había criticado la manera de endeudar al estado, igualmente, en la secretaría particular nombra a Arturo De la Rosa, quien había seguido su mismo camino preelectoral, del PRD al PAN, aunque este sin fortuna. En esa mezcla de personajes del gabinete, el encargado de la Secretaría General, la ocupa Mendoza Davis, un patricio paceño, con profundas implicaciones familiares en el priismo estatal aunque proveniente de una delegación federal panista. Un gabinete que retrata perfectamente, los bandazos políticos del propio gobernador, ahora panista.

Grilla panista
. Con pesada carga simbólica, algunos edificios públicos empiezan a pintarse de azul, también algunos documentos oficiales y hasta los cheques federales han tomado un azul panista. Cada vez ingresan más panistas a puestos de relevancia.

Aquellos izquierdistas que colmaron el PRD, ya empiezan a mostrar su arsenal de prácticas con tendencias derechistas: sacan a pasear a la familia, les da “asquito” el matrimonio homosexual, regresan a la misa dominical –y comulgan- rechazan públicamente el aborto, a Chávez, a AMLO; lanzan vivas al ejército y su lucha contra el narco, ya visten de azul y se acercan peligrosamente al PAN como alguna vez se acercaron al PRD en sus tiempos de gloria. Las oficinas del PAN, como nunca, tienen aspecto de partido grande, muy lejano al aspecto que tenía hace apenas algunos meses. Las crónicas de sociales inundan el estado con las nuevas divas y divos, juniors y socialités procedentes del panismo redivivo y pronto habrá bailes blanco y negro, eventos exclusivos de una sociedad que ha dado –otra vez- un salto a los nuevos estatus del poder.

Covarrubias, por su parte, acaba de debutar en la grilla panista, “…representa la mejor opción para encabezar al PAN en la contienda presidencial de 2012, porque forma parte de una nueva generación de panistas”. (Peninsular Digital, 27 mayo 2011), declaraba el gobernador respecto de Ernesto Cordero, y se sumaba, de esta manera, junto con otros gobernadores del PAN a la línea panista que proviene –todo parece indicar- de Los Pinos. Entraba, nuestro gobernador así, a ese juego perverso que inventaron los priistas –el tapado, la cargada, la línea- con toda una carga de simbolismos que parecían desterrados con la transición democrática.

Inicio del gobierno. Poco le ha durado la luna de miel o el bono de confianza que otorga la ciudadanía a los recién electos. Como si fuera una maquinaria pesada, un monstruo obeso, el gobierno de Marcos Covarrubias apenas ha dado pasos tambaleantes, inseguros, vacilantes y sus primeras acciones se pierden entre las demasiadas promesas de campaña y las demandas prioritarias de la ciudadanía. El engrudo se le empieza a hacer bola a un gobierno que ha tardado en echarse a andar y mostrar todas aquellas linduras que en campaña se festinaban con singular entusiasmo en medio de las rifas, la música de banda, los regalos, los aplausos. La realidad, terca como suele ser, ha exhibido sin recato la inexperiencia y la falta de oficio político a la hora de echar andar el gobierno, aun sin abordar los múltiples problemas que aquejan a BCS.

Los constantes viajes al DF de Covarrubias y colaboradores, llevan maletines llenos de peticiones de apoyos extraordinarios. El gobernador decía en su más reciente solicitud: “los Ayuntamientos de Baja California Sur padecen una aguda crisis económica que se complica con múltiples adeudos a los cuáles no pueden hacer frente pues sus participaciones federales están comprometidas por créditos contratados por anteriores administraciones y ello impide hacer frente a servicios tan importantes como la energía eléctrica”, a su lado, como escena surrealista, el secretario de finanzas, asentía.

Por lo tanto, Covarrubias y el Estado –que es lo importante- requieren la pronta ayuda de la federación. Como se puede ver, el gobernador ha dado muestras de adhesión incontrovertible a las políticas que provienen de la federación, a las grillas futuristas y a los principios fundamentales del PAN. Está –estamos- en espera de una respuesta acorde con el nivel de compromiso del gobernador con el PAN.

En efecto, parece sentirse a gusto, satisfecho en esta nueva ideología, es posible que fuera panista sin saberlo, que este último viraje en sus ambiciones y marco de referencia ideológica sea el definitivo, pues como declaraba, recién gobernador electo, una vez terminada su responsabilidad al frente de gobierno, volverá a ser lo que siempre ha sido: “un hombre de rancho”. Una variante del panismo que ni en su sueños más excéntricos, tuvo Gómez Morín, cuyo principal exponente es Vicente Fox y que bien podría denominarse: “neopanismo ranchero”, cuya característica principal es haber sido excelentes candidatos, no tan buenos gobernantes.

Una historia que urge cambiar.

domingo, 10 de abril de 2011

NUEVA EPOCA

Se Cierra el círculo que empezó en 1999 con un movimiento social que encabezara Leonel Cota Montaño, que logró, al fin, la capitulación del PRI. Se desgastaba el partido de estado y con los neoperredistas se encumbraba un nuevo grupo en el poder con denominación de izquierda que prometía mejores gobiernos para BCS. Así fue. Leonel Cota asumió con un bono democrático derivado del apoyo abundante del electorado en las urnas, de la clamorosa e incuestionable derrota del PRI y del discurso populista, como todo populismo, esperanzador.


No lo hizo mal, casi de manera inmediata se observaron grandes transformaciones en BCS. Enamorado del poder, gobernó con mano de hierro, de manera hiperactiva fue gobernador de tiempo completo, omnipresente y todopoderoso. Su gobierno trascendió el Mar de Cortés, se relacionó con quien podría ser –en ese tiempo- el nuevo presidente, Andrés M. López Obrador y poco antes que finalizara su sexenio, se fue a buscar fortuna a las grandes ligas de la política nacional. La derrota traumática del tabasqueño supuso, para Leonel Cota, un tobogán en el que se ha desplazado de manera consistente hasta llegar a la situación actual: una ostensible indigencia política, impensable para los tiempos de oropel que le tocó vivir.


De los momentos radiantes de poder omnímodo surgió Narciso Agúndez. Cota Montaño Había hecho un buen gobierno, su calificación y aceptación popular era elevada, podía, con la mano en la cintura, señalar e impulsar a su sucesor. Nadie se le opuso, pero nadie sabe explicar las razones, las cualidades que Cota Montaño encontró en Narciso Agúndez. Si lo que buscaba era un tipo manejable y dócil, que permitiera la trascendencia transexenal del poder, es obvio que no atinó. Narciso Agúndez quizás oyó y aceptó las primeras órdenes y sugerencias de exgobernador, pero poco a poco se fue alejando de su dominio, la separación fue inminente. Al final llegaría el choque público nada amistosos que se suscitó con motivo de la selección de candidatos del PRD en el pasado proceso electoral.


Hay una nada despreciable obra pública de Narciso Agúndez, sin embargo, todo parece indicar - por las votaciones en contra de su partido y candidato, las rechiflas públicas y los rumores de enriquecimiento personal y de sus más cercanos colaboradores que Narciso Agúndez saldrá por la puerta de atrás. Existen hechos comprobables como la deuda pública de cerca de 3 mil millones, intervención manipuladora en la UABCS y en el poder judicial, utilización del erario en gastos no prioritarios y gestos impopulares que han exacerbado el rechazo de Narciso Agúndez y por supuesto, a su partido.




Entonces, de aquel PRD triunfante del 99, poco queda, en su declive solo ha cosechado dos alcaldías y cuatro posiciones en el congreso. Parece estar en ruinas. No ha habido reacciones significativas del perredismo, apenas un acto de contrición ambiguo y enigmático –todo un galimatías- que escribiera Adrián Chávez como forma de explicación de los resortes íntimos que llevaron al PRD, a perder el poder. Todo parece indicar que ha terminado una época y empieza otra; que el grupo político que gobernó dos sexenios está a punto de la descomposición total. Ya hacen sus maletas los oportunistas que en etapas triunfantes se hicieron pasar por izquierdistas, mientras en el otro lado del espectro político, el PAN, un partido sin pena ni gloria en BCS, se empieza a llenar de los mismos oportunistas que alguna vez colmaron al PRD.


PAN y la nueva época. Igual que el PRD en algún tiempo, el PAN hasta hace unos meses no suscitaba ningún entusiasmo. Poco se sabía del partido que representa los intereses de la derecha. Las únicas referencias al PAN en los medios, eran las frecuentes salidas de tono entre la dirección estatal panista y el Senador Coppola en la lucha por el partido, por lo demás, habían sido las delegaciones federales la única presencia del PAN en el Estado. Parecía que en Sudcalifornia no había conservadores. Con la adquisición de Covarrubias, con el triunfo electoral, con el poder tangencial que han conseguido al suministrar sus siglas, el PAN parece revivido. Los “panistas”, que han llenado las oficinas antes desiertas, sienten que han triunfado y que el poder también les pertenece. La misma operación que el PRD realizó cuando llegaron al poder mediante un candidato de otro partido. Al tiempo deberán darse cuenta que quien llegó al poder fue Marcos Covarrubias y su grupo pero no el PAN. Las cuentas que tienden a sacar los, ahora numerosos panistas, es cuánto vale -en términos de posiciones en el nuevo gobierno- el empréstito de símbolos y abreviaturas.


Tan habituados estamos al travestismo político que casi ni se nota que hace unos meses, Covarrubias era un izquierdista, que fungía como diputado federal por un partido –of course- de izquierda, tenía –es una suposición- un ideario, un programa de gobierno, unos planes, una manera de pensar que contrastaba con la actual. Una vez que no solo ha pasado como candidato, sino que se ha afiliado al PAN, se comprende que tendrá que adoptar otra manera de pensar, otros planes, otro programa para colocarse en el otro extremo del espectro político. Aunque ¿Quién cree en tales espacios, en tales espectros?, quizás es parte del empobrecimiento de la democracia o simplemente la práctica política los ha diluido y se ha perdido toda perspectiva con políticos pragmático y utilitarios en su apremiante e imperiosa búsqueda del poder.


La inexperiencia de Covarrubias. Habitualmente un gobernador de cualquier entidad tiene muchos años en el quehacer político. Un currículum abultado de cargos de elección popular, de funcionario, de cargos honorarios, de puestos académicos, no es el caso de Covarrubias. Apenas ha sido presidente municipal de Comondú y justo un año en una diputación federal donde formó parte de las comisiones de Presupuesto y de Pesca. No más de cuatro años en dos cargos de elección popular. La pregunta sería ¿tiene Covarrubias la capacidad para iniciar una nueva época? Poco se sabe de la manera de pensar; su paso por la política ha sido muy fugaz y tortuoso en materia de ideas y discurso. Sin embargo, su discurso de campaña se centró en el “cambio”. Expresaba –como lo hacen todos los políticos en campaña- que la gente quiere un cambio. Aunque –como todos los políticos en campaña- no explicaba en qué consistía ese cambio. Se entendería –así a vuelo de pájaro- que se refería al gobierno de Agúndez pero habrá que ver, que es lo que desea cambiar, como interpretó los deseos de la gente –de cual gente- y que es lo que puede cambiar en cuatro años y medio.


La oposición. A diferencia de los felices años perredistas, al gobierno de Covarrubias le tocará enfrentar una oposición quizás más equilibrada y más crítica, pues en su corto andar, ha dejado animadversiones en la oposición, que seguramente tendrán –el PRI y el PRD- ganas de cobrar en cuanto inicie su ejercicio de gobierno el ex alcalde de Comondú. Para muchos priistas, Covarrubias llega con fuertes cargas de ilegitimidad debido, especialmente, a las sospechosas y fantásticas urnas de Comondú que nunca se explicaron bien a bien y que, a la postre, fue la ventaja con la que desplazó a Ricardo Barroso del primer lugar en la elección constitucional.

En el PRI, se iniciará una fuerte competencia al interior, básicamente entre las dos revelaciones de los últimos años: Ricardo Barroso y Estela Ponce, cada uno desde posiciones diferentes, con estilos distintos tendrán que mantenerse vigentes en el ánimo del electorado; en medio de esta lucha, la oposición al PAN y a Covarrubias resulta una buena manera de conseguir visibilidad pública; pegarle a Covarrubias, además de pregonar su capacidades frente a las supuestas deficiencias del PAN y los panistas, una controversia que, en el terreno nacional, tiende a hacerse más encarnizada, a medida que avanza la definición por la presidencia de la República. Para el PRD y asociados, no solo por el olímpico desprecio a esos partidos, sino por las explicaciones postreras que se han dado respecto a la gestión de la candidatura de Covarrubias. Una candidatura de estado –gestada en la presidencia- con la contribución de las dirigencias del PAN y el PRD, es decir, una reprochable manera de competencia electoral que dejó al PRD en el tercer lugar, en el desempleo y en el autismo político.

Si bien es cierto que solo queda un remedo de lo que fue el PRD, también es cierto que, ya sin las prerrogativas, sin el poder y sin recursos, el PRD tenderá a la depuración de sus cuadros. Ya ha habido un buen trasvase de oportunistas que han pasado del PRD al PAN, de tal manera que, es posible que los viejos perredistas, la izquierda genuina, se haga cargo ahora de la izquierda y empiece un arremetida crítica y combativa de un PRD que, convertido en movimiento social, se encuentra mucho más cómodo que en el gobierno, mucho más, contra las fuerzas de la derecha, representada, ahora, por Covarrubias y el PAN.

Epílogo. Marcos Covarrubias no las tiene todas consigo. Una andanada de problemas mayores le esperan apenas traspase los umbrales del llamado Palacio de Cantera. El propio Covarrubias, con su muy escasa experiencia política y administrativa ya representa un hándicap en contra. La única defensa contra la inexperiencia es la asesoría de los expertos y la selección de los mas cercanos colaboradores con parámetros de excelencia. Es decir, no se puede dar el lujo de gobernar con amigos, compadres o correligionarios solo porque lo son.

De entrada se encuentra con la entrega- recepción de un gobierno que se percibe como omiso y poco transparente. El problema consiste en que, si no hay resultados satisfactorios para una población que pide cuentas claras, en algunos casos, franco linchamiento, se estará confirmando, para muchos, la teoría del plan B que tanto se emitió por aquí y por allá, durante el periodo electoral. Asunto que disminuye y despersonaliza la figura del gobernador.

No tiene mucho tiempo, son solo 4 años y medio en los que tendrá que demostrar de que puede con la responsabilidad y sobre todo, explicar, con su ejercicio de gobierno, con hechos concretos, medibles y comprobables, cuál era ese cambio que propagaba cuando se convertía –en mítines, reuniones, entrevistas, debates- en intérprete de los deseos de las mayorías.

viernes, 4 de marzo de 2011

COVARRUBIAS en la Picota

Introducción. No ha podido ser tampoco en esta vez. Terminó la carrera electoral con la asunción de Marcos Covarrubias al poder y no faltan las lagunas oscuras, los pasajes truculentos; esa vocación para la transa que no deja fluir los procesos políticos y la vida social en general. No podía ser de otra manera, Covarrubias había dado un salto –en el plano teórico-ideológico- gigantesco desde el PRD al PAN, aunque cercano en el plano pragmático. Después se leerían algunas voces facultadas para explicar que el acceso al poder de Covarrubias ha sido un pacto en las alturas, entre el PRD y el PAN, con el presidente de la República y al gobernador del Estado de Baja California Sur como testigos de honor y garantes del acuerdo para pujar, de formas diversas por el éxito de Covarrubias, en perjuicio del PRI. Una forma velada de llevar a cabo la tesis calderoniana con ayuda de Los Chuchos: nada para el PRI.

¿La receta?: un candidato viable, dinero a raudales, compra de lealtades, mapaches electorales, un IFE a modo y ¡ya está!. Todos los ingredientes convenientemente mezclados dieron como resultado el triunfo de Covarrubias.

Muy pocos lo sabían, otros apenas alcanzaron a entenderlo, otros ni por aquí les pasó aunque la mayoría de analistas locales y amantes del radio callejón, refieren que lo vieron muy claro, desde el principio.

El diálogo de su servidor suele ser, mas o menos así:
- Nunca imaginé un resultado como el que tuvimos- dice el escribidor y fracasado analista.
- ¿Cómo que no? ¿Qué no eres analista?
- No te burles, no le atiné a nada. Supuse que Luis A Díaz daría más pelea, Barroso detrás y Covarrubias adelante pero con muy poco.
- Pero no te fijaste que pasó?
- ¿Cómo que?
- A Luis A. lo dejaron solo, sin dinero, a Covarrubias le metieron mucho, el objetivo de Los Chuchos y Calderón era que no ganara el PRI. El Ricky había crecido mucho.
- Pero te imaginaste a Luis Armando en tercer lugar?
- Si claro, el único resultado favorable que arreglaron fue el del hermano del gobernador en Los Cabos
- Tu lo sabías?
- Todo mundo lo sabía, menos los analistas….como tu

Algunos lo vieron más claro como los Albertos Ceseña –padre e hijo- que desde antes salieron de los reductos considerados perredistas y presentaron sus respetos a Covarrubias y al PAN. Otros tardaron más en reaccionar, por eso a estas alturas, la cargada que abruma a Covarrubias, es una estrambótica mezcla de políticos reciclados, de camaradas experredistas y panistas pragmáticos como sus principales colaboradores para empezar este gobierno que durará cuatro años y medio.

Sabia virtud de conocer el tiempo. No hay estudios, no hay cursos para ser gobernador, es un trabajo que se aprende y la curva de aprendizaje puede ser tan larga o pronunciada como capacidad tenga, en este caso, Marcos Covarrubias. Por lo tanto, en este mandato de cuatro años y medio, le van a hacer falta los 18 meses que son valiosísimos a la hora de consolidar un gobierno. Por esa razón, las teorías que han corrido acerca de las estratagemas que mantienen a Covarrubias en la gubernatura, serán un pesado lastre, para iniciar con legitimidad su gobernanza.

Por lo menos, una gruesa capa de electores que votaron por Barroso y el PRI no le perdonarán las probables tropelías en las urnas de Comondú; una ancha franja de votantes perredistas, valedores de izquierda, menos perdonarán la traición inicial y la jugada electoral con la que venció al candidato de su antiguo partido. Demasiados electores que no votaron por Covarrubias, mas del 50% de quienes sufragaron exigirán, sin duda, muestras de legitimidad en tan cuestionadas elecciones.

Por lo tanto, Covarrubias tiene una tarea difícil porque el tiempo ya está acortado. No hay luna de miel con un elector satisfecho, ni hay bono democrático por el cambalache de partidos y el manoseo electoral. Todo será cuesta arriba y el reloj ya empezó a correr.

Primera llamada. La primera exigencia será llamar a cuentas al gobierno saliente. Han sido tantas las acusaciones y rumores de malos manejos del erario, del desorden financiero del gobierno de Narciso Agúndez que se impone una rápida y contundente respuesta al respetable. Las primeras aproximaciones de Covarrubias al asunto no han sido afortunadas.

Una declaración políticamente correcta de “no desatar cacería de brujas”, se ha tomado como complicidad y una constatación de que, en efecto, la candidatura de Covarrubias no solo era el plan B de Narciso Agúndez, sino el plan A del gobernador, del presidente y de las cúpulas del PAN y del PRD de donde se operó, finalmente, su candidatura, su triunfo y quizás, los cuatro años y medio de mandato legal.

Sin red de protección, Covarrubias tiene la obligación –en defensa propia- de poner en orden el cotarro en los primeros días de gobierno: dar un buen mensaje: sólido y contundente acerca del estado en que recibe el tesoro sudcaliforniano; deudas, gastos, auditorías y resultados que satisfagan a la ciudadanía, sobre todo a una oposición que se siente defraudada –PRI- y a otra que se siente traicionada –PRD- por el gobernador electo.

Personajes señalados por la crítica general como el caso del Director de Comunicación Social, Antonio Alcántar, que se negó una y otra vez comparecer ante el congreso –acusado de utilizar el erario en provecho personal- parecen ser la parte mas delgada del hilo. Sin embargo, el congreso, el peor que ha tenido el Estado de Baja California Sur, en abierto contubernio con el gobernador, aprobó tanto las deudas como el ejercicio fiscal, además que algunos de sus miembros han sido acusados también de uso ilícito del dinero público. En fin, una danza de millones que viene a constituir la primera llamada para el nuevo gobierno.

El equipo político. Si bien la experiencia política de Marcos Covarrubias es mas bien exigua, se impone un aprendizaje rápido para tomar el control de aparato gubernamental. En vista de la especie que ha corrido, comentada arriba, de su manera de acceder al poder, los ojos de los ciudadanos y de la crítica estará puesta en sus primeras palabras, acciones y gestos. Uno de ellos será sin duda, el nombramiento de sus colaboradores.

Para el público es un enigma las relaciones que Covarrubias establecerá, en esta nueva posición, con la clase política sudcaliforniana, pues con base a los acontecimientos electorales, la franja de posibles colaboradores se percibe delgada y escasa ante la imposibilidad de contar con ex colaboradores cercanos de Narciso Agúndez, militantes del PRD, mucho menos del PRI; tendrá que buscar en el PAN y en los ciudadanos sin partido a sus mas cercanos colaboradores. Covarrubias está obligado a contar con panistas en su gabinete, aun cuando el PAN, hace tiempo que en Sudcalifornia no ejerce ningún tipo de gobierno, excepto en las delegaciones federales. Tendrá que incorporar en su primer círculo a nuevas caras que refresquen el ambiente político y en esta proporción –panistas/nuevas caras- se podrán deducir, los compromisos que el gobernador electo ha hecho con el PAN y las nomenclaturas partidarias.

El Programa de gobierno. Las escasas veces que se mostró, durante la campaña con ánimo reflexivo, se pudo observar que Marcos Covarrubias no parece fuera de lugar en el PAN. Se podría decir que a lo mejor ya era panista pero no lo sabía. Su discurso –más conocido- en torno de la unidad familiar es muy del tipo panista; funciona muy bien para la parte conservadora de la sociedad sudcaliforniana. Parecer panista no es un problema para el gobernador electo.

Una vez salvadas las apariencias, otro de los enigmas que por lo pronto subyacen en el ánimo colectivo es el del programa de gobierno que ha de seguir el gobernador Covarrubias. Su reciente conversión panista, su pasado remoto priista y sus recientes antecedentes perredistas, vislumbran un programa de gobierno heterogéneo. Es obvio que los partidos tratan de imponer su ideario, su manera de entender las gobernanzas y desde luego, sus compromisos.

Aunque cada vez el distingo partidario importa menos. Con el gobierno federal panista, se entiende que el gobernador se asuma panista y use el programa y las ideas del PAN a la hora de gobernar. También sabemos que puede cambiar de partido en cualquier momento y, que se puede cambiar para seguir igual. Ese gatopardismo tan frecuente en nuestra impúdica clase política.

miércoles, 16 de febrero de 2011

LA CATASTROFE DEL PRD

Entre los fenómenos dignos de mención de estas elecciones generales estatales que acaban de pasar, se pueden señalar algunos hechos sobresalientes tales como el voto diferenciado, las triquiñuelas de todo tipo, el ascenso del PRI; la preferencia del candidato, no del partido; el posicionamiento artificial del PAN, la copiosa asistencia a las urnas, pero sobre todo, la derrota estrepitosa del PRD – PT, un fenómeno que, con mucho, es la parte más destacada que, por sí misma refleja la situación electoral de B. C. S. y sus posibles consecuencias.

No fue una derrota cualquiera, fue una derrota a toda una manera de hacer política, a la comodidad que provee la confianza en el poder; a la forma abusiva de usar las mayorías en el congreso; al contubernio entre ejecutivo y legislativo; a la falta de distancia entre gobernador y partido y a la incapacidad para solucionar los diferendos internos. Es la expresión de una ciudadanía que ha aprendido que con su voto puede castigar y cambiar el estado de cosas.

Muy pronto el PREP apagó los aires triunfalistas de los simpatizantes del partido en el poder, el candidato Luis A. Díaz nunca pasó del tercer lugar; las alcaldías y los escaños en el congreso se ganaron con muy escasa diferencia sobre el segundo lugar. Al final se quedaría el PRD PT con muy magros resultados: además de la pérdida de la gubernatura, solo dos alcaldías, tres lugares en el congreso y una caída hasta el tercer lugar en el orden de las fuerzas políticas del Estado.

No es fácil digerir una derrota así. Ya han empezado desde la cúpula del PRD a lanzar frases motivadoras que invitan a seguir en la lucha y con la idea que el pueblo fue engañado; que el pueblo bueno, noble e ingenuo cayó en la trampa de los neoliberales –que tienen muchos rostros- que los electores han sucumbido a una especie de canto de las sirenas, es decir, son los votantes los equivocados, es asunto de conciencia política que la izquierda no ha sabido inducir. Tarde o temprano, con la dirigencia o sin ella, los colectivos de la izquierda sudcaliforniana tendrán que hacer la autocrítica con el fin de identificar los errores que los llevaron a perder el poder, entre los que sobresalen: divisiones internas, el factor Narciso, el candidato y otras.

Divisiones internas. Sin duda la raíz de la derrota. Cuando empezaron los estire y afloja acerca de la forma de nominar las candidaturas, la cúpula del PRD aun sentía que tenía todo para ganar y se hicieron escasos esfuerzos para mediar entre los inconformes. La actitud parecía ser la de quienes teniéndolo todo, los tránsfugas se lo perdían; no merecieron la intervención diplomática ni la política de la reconciliación. No hacían falta. Esas fueron las expresiones de los principales dirigentes cuando salió Leonel Cota, por ejemplo, por la puerta de atrás. De mala manera le dieron un portazo a uno de sus principales dirigentes.

Por otra parte, cuando la discusión encuesta o consulta y que se decidió finalmente por ambos métodos, cuando faltaba por hacer la consulta popular, sin más, la dirigencia nacional se negó a llevarla a cabo a pesar que la dirigencia estatal negaba las causas para no llevarla a cabo que argüían Los Chuchos, una dirigencia nacional rechazada por la mayoría de perredistas pero que, aún así, el partido local siguió sus lineamientos.

Si bien las defecciones del PRD se sucedieron de manera lenta pero continuada, fue la de Marcos Covarrubias –que nunca fue explicada ni por el propio Covarrubias ni por la dirigencia estatal- la que pesó más. Covarrubias había demostrado que tenía el favor del electorado, sin embargo, parece ser que, desde el gobierno se impusieron, a propósito, tal cantidad de compromisos, tal carga de obligaciones para con los grupos perdedores, que Covarrubias y sus mas cercanos colaboradores prefirieron la incertidumbre de pasarse a otro partido. ¿Por qué preferir otro partido si en el PRD tenía casi seguro el triunfo?, esa pregunta nunca fue resuelta por la dirigencia estatal que siguió haciéndole el juego a Los Chucho y a Narciso Agúndez.

El factor Narciso. Los errores se fueron amontonando durante seis años –o más- sin que el partido levantara la mano. Tampoco los escasos intelectuales que tuvieron cabida en el gobierno perredista, dijeron esta boca es mía. El aburguesamiento de los funcionarios de izquierda fue patente; la comodidad que provee un buen sueldo, la conformidad con el estado de cosas que provoca el agradecimiento a quien lo puso donde está, obraron la defensa a ultranza de un gobierno que cada día se veía más hacia la derecha.


Por ejemplo, la desorganización municipal por falta de fondos fue una de las causas que incidieron para dar una visión de un gobierno ineficiente. Mientras Narciso Agúndez se codeaba con Televisa y le daba todo para que colocaran un centro de rehabilitación infantil, mientras el CREE –el órgano de rehabilitación estatal- seguía en la indigencia, el gobierno de NAM despojaba al patrimonio estatal de millones que hacían falta en los municipios; los alcaldes batallaban para llegar a fin de mes. El asunto tronó el fin de año cuando no pudieron cumplir los compromisos económicos con los trabajadores municipales –a quienes les habían quitado, a la mala, parte de su sueldo para el Teletón-, pero si habían cumplido con Televisa. Se sucedieron paros, suspensión de pagos y hasta desórdenes políticos en el caso de Comondú.

Nadie dijo nada, o mejor: hubo voces de advertencia de algunos miembros del partido –que la dirigencia desestimó- ante la deuda que el estado acumulaba. Un congreso con mayoría perredista débil, patrimonialista y en los brazos del gobernador, dio la anuencia para adquirir una de las deudas mas espantosas que los sudcalifornianos tenemos que pagar del erario; una deuda irresponsable, en buena parte utilizada para la construcción de obras no prioritarias como el Pabellón Cultural de Los Cabos. En fin, una opacidad tal en el manejo de los recursos que el gobierno electo– ejecutivo y congreso- deberán llamar a cuentas al gobernador.

La universidad, tradicionalmente botín político, se encontró, en su ya larga historia de desventuras, de pronto con dos rectores. A despecho de su autonomía, los gobiernos estatales siempre han incidido en la UABCS desde su fundación, han actuados de bomberos ante los múltiples conflictos universitarios. Por tal razón, tales conflictos se endosan al gobierno en turno.
Además de estos ejemplos, ha habido acusaciones de frivolidad y de gestos impopulares, pero Narciso Agúndez hasta el final ha sido apoyado por el partido. La dirigencia siempre se negó a deslindarse, al contrario, apoyó o al menos guardó silencio ante los errores y omisiones en los que cayó Agúndez Montaño; los verdaderos izquierdistas estaban más ocupados en conservar su puesto que en tratar de señalar a un gobierno que acumulaba desprestigio y descrédito que, obviamente incidió en el candidato.


El candidato. Aun cuando Luis A. Díaz no fue el seleccionado por la encuesta, a la renuncia de Covarrubias, se acudió a su candidatura. Bien se sabía que Luis A. Díaz tenía una serie de cuestionamientos que lo hacían un candidato difícil de prestigiar, lustrar y de promocionar con éxito. Sin embargo, pudieron más las influencias del gobernador y Los Chuchos que los factores críticos del partido.

Luis A. Díaz fue, quizás desde el principio del gobierno de NAM el señalado. Había sido mano derecha de NAM en la alcaldía de Los Cabos y sucesor del propio Narciso en dicha alcaldía. En cuanto finalizó su ejercicio como alcalde de Los Cabos, el gobernador lo llamó para ocupar la posición más visible en su gobierno, la Secretaría de Gobierno. Así se tejió la red de apoyos a LAD que desde su ascenso a esa posición inició su campaña, a la que se adhirieron todos los funcionarios de alto y mediano pelo, aunque LAD tenía asuntos sin resolver que van desde su identidad, hasta acusaciones de contubernio con invasiones ilegales de terrenos y otras sospechas que no valieron para la dirigencia estatal. Aun así se mantuvo en la candidatura cuando era evidente que tales acusaciones –ciertas o no- harían mella a la hora de presentarse como candidato. Para los adversarios fue un alivio.

Aunque el PRD confiaba en su estructura electoral, el peso de las acusaciones y sospechas sobre Luis A. Díaz terminaron por ser el mayor lastre en plena campaña. Además, el entorno había cambiado: las escisiones y la caída de popularidad de Narciso Agúndez produjo unas circunstancias muy diferentes para Luis A. Díaz; el partido en el poder ya no podía darse los lujos de las anteriores elecciones que ganaron de calle.

Igual sucedió con los candidatos a alcaldes, especialmente en La Paz. Impuesto gracias a sus relaciones con la dirigencia nacional, Ricardo Gerardo Higuera resultaba un candidato sin arraigo, sin popularidad en la ciudad. Candidaturas que nunca prosperaron pero el partido se empeció en mantenerlos con el objeto de cubrir cuotas y ya, al final, quizás con el objeto de impedir otras escisiones de políticos saltimbanquis que han colmado la partidocracia.

Epílogo. El PRD, sus aliados y los miembros de la izquierda tienen mucho material para analizar. Sin duda, esta debacle obliga a una refundación, al menos, regional del partido. Además de obligar a la renuncia de la dirigencia para dejar libre paso a las ideas y documentos, será necesario, ahora sí, contar con los recursos intelectuales de la izquierda con el fin de contar con un partido consecuente con los principios de la izquierda.

Privilegiar la congruencia por encima de la actividad política pragmática y utilitaria; analizar las distancias entre gobernantes y partido, entre candidatos y programa; entre ser de izquierda en la oposición y de derecha a la hora de gobernar, pero sobre todo, observar las conveniencias del PRD estatal independientemente de los vaivenes en los que se mueve la dirigencia nacional, una de las peores influencias en este proceso electoral.