Introducción. No ha podido ser tampoco en esta vez. Terminó la carrera electoral con la asunción de Marcos Covarrubias al poder y no faltan las lagunas oscuras, los pasajes truculentos; esa vocación para la transa que no deja fluir los procesos políticos y la vida social en general. No podía ser de otra manera, Covarrubias había dado un salto –en el plano teórico-ideológico- gigantesco desde el PRD al PAN, aunque cercano en el plano pragmático. Después se leerían algunas voces facultadas para explicar que el acceso al poder de Covarrubias ha sido un pacto en las alturas, entre el PRD y el PAN, con el presidente de la República y al gobernador del Estado de Baja California Sur como testigos de honor y garantes del acuerdo para pujar, de formas diversas por el éxito de Covarrubias, en perjuicio del PRI. Una forma velada de llevar a cabo la tesis calderoniana con ayuda de Los Chuchos: nada para el PRI.
¿La receta?: un candidato viable, dinero a raudales, compra de lealtades, mapaches electorales, un IFE a modo y ¡ya está!. Todos los ingredientes convenientemente mezclados dieron como resultado el triunfo de Covarrubias.
Muy pocos lo sabían, otros apenas alcanzaron a entenderlo, otros ni por aquí les pasó aunque la mayoría de analistas locales y amantes del radio callejón, refieren que lo vieron muy claro, desde el principio.
El diálogo de su servidor suele ser, mas o menos así:
- Nunca imaginé un resultado como el que tuvimos- dice el escribidor y fracasado analista.
- ¿Cómo que no? ¿Qué no eres analista?
- No te burles, no le atiné a nada. Supuse que Luis A Díaz daría más pelea, Barroso detrás y Covarrubias adelante pero con muy poco.
- Pero no te fijaste que pasó?
- ¿Cómo que?
- A Luis A. lo dejaron solo, sin dinero, a Covarrubias le metieron mucho, el objetivo de Los Chuchos y Calderón era que no ganara el PRI. El Ricky había crecido mucho.
- Pero te imaginaste a Luis Armando en tercer lugar?
- Si claro, el único resultado favorable que arreglaron fue el del hermano del gobernador en Los Cabos
- Tu lo sabías?
- Todo mundo lo sabía, menos los analistas….como tu
Algunos lo vieron más claro como los Albertos Ceseña –padre e hijo- que desde antes salieron de los reductos considerados perredistas y presentaron sus respetos a Covarrubias y al PAN. Otros tardaron más en reaccionar, por eso a estas alturas, la cargada que abruma a Covarrubias, es una estrambótica mezcla de políticos reciclados, de camaradas experredistas y panistas pragmáticos como sus principales colaboradores para empezar este gobierno que durará cuatro años y medio.
Sabia virtud de conocer el tiempo. No hay estudios, no hay cursos para ser gobernador, es un trabajo que se aprende y la curva de aprendizaje puede ser tan larga o pronunciada como capacidad tenga, en este caso, Marcos Covarrubias. Por lo tanto, en este mandato de cuatro años y medio, le van a hacer falta los 18 meses que son valiosísimos a la hora de consolidar un gobierno. Por esa razón, las teorías que han corrido acerca de las estratagemas que mantienen a Covarrubias en la gubernatura, serán un pesado lastre, para iniciar con legitimidad su gobernanza.
Por lo menos, una gruesa capa de electores que votaron por Barroso y el PRI no le perdonarán las probables tropelías en las urnas de Comondú; una ancha franja de votantes perredistas, valedores de izquierda, menos perdonarán la traición inicial y la jugada electoral con la que venció al candidato de su antiguo partido. Demasiados electores que no votaron por Covarrubias, mas del 50% de quienes sufragaron exigirán, sin duda, muestras de legitimidad en tan cuestionadas elecciones.
Por lo tanto, Covarrubias tiene una tarea difícil porque el tiempo ya está acortado. No hay luna de miel con un elector satisfecho, ni hay bono democrático por el cambalache de partidos y el manoseo electoral. Todo será cuesta arriba y el reloj ya empezó a correr.
Primera llamada. La primera exigencia será llamar a cuentas al gobierno saliente. Han sido tantas las acusaciones y rumores de malos manejos del erario, del desorden financiero del gobierno de Narciso Agúndez que se impone una rápida y contundente respuesta al respetable. Las primeras aproximaciones de Covarrubias al asunto no han sido afortunadas.
Una declaración políticamente correcta de “no desatar cacería de brujas”, se ha tomado como complicidad y una constatación de que, en efecto, la candidatura de Covarrubias no solo era el plan B de Narciso Agúndez, sino el plan A del gobernador, del presidente y de las cúpulas del PAN y del PRD de donde se operó, finalmente, su candidatura, su triunfo y quizás, los cuatro años y medio de mandato legal.
Sin red de protección, Covarrubias tiene la obligación –en defensa propia- de poner en orden el cotarro en los primeros días de gobierno: dar un buen mensaje: sólido y contundente acerca del estado en que recibe el tesoro sudcaliforniano; deudas, gastos, auditorías y resultados que satisfagan a la ciudadanía, sobre todo a una oposición que se siente defraudada –PRI- y a otra que se siente traicionada –PRD- por el gobernador electo.
Personajes señalados por la crítica general como el caso del Director de Comunicación Social, Antonio Alcántar, que se negó una y otra vez comparecer ante el congreso –acusado de utilizar el erario en provecho personal- parecen ser la parte mas delgada del hilo. Sin embargo, el congreso, el peor que ha tenido el Estado de Baja California Sur, en abierto contubernio con el gobernador, aprobó tanto las deudas como el ejercicio fiscal, además que algunos de sus miembros han sido acusados también de uso ilícito del dinero público. En fin, una danza de millones que viene a constituir la primera llamada para el nuevo gobierno.
El equipo político. Si bien la experiencia política de Marcos Covarrubias es mas bien exigua, se impone un aprendizaje rápido para tomar el control de aparato gubernamental. En vista de la especie que ha corrido, comentada arriba, de su manera de acceder al poder, los ojos de los ciudadanos y de la crítica estará puesta en sus primeras palabras, acciones y gestos. Uno de ellos será sin duda, el nombramiento de sus colaboradores.
Para el público es un enigma las relaciones que Covarrubias establecerá, en esta nueva posición, con la clase política sudcaliforniana, pues con base a los acontecimientos electorales, la franja de posibles colaboradores se percibe delgada y escasa ante la imposibilidad de contar con ex colaboradores cercanos de Narciso Agúndez, militantes del PRD, mucho menos del PRI; tendrá que buscar en el PAN y en los ciudadanos sin partido a sus mas cercanos colaboradores. Covarrubias está obligado a contar con panistas en su gabinete, aun cuando el PAN, hace tiempo que en Sudcalifornia no ejerce ningún tipo de gobierno, excepto en las delegaciones federales. Tendrá que incorporar en su primer círculo a nuevas caras que refresquen el ambiente político y en esta proporción –panistas/nuevas caras- se podrán deducir, los compromisos que el gobernador electo ha hecho con el PAN y las nomenclaturas partidarias.
El Programa de gobierno. Las escasas veces que se mostró, durante la campaña con ánimo reflexivo, se pudo observar que Marcos Covarrubias no parece fuera de lugar en el PAN. Se podría decir que a lo mejor ya era panista pero no lo sabía. Su discurso –más conocido- en torno de la unidad familiar es muy del tipo panista; funciona muy bien para la parte conservadora de la sociedad sudcaliforniana. Parecer panista no es un problema para el gobernador electo.
Una vez salvadas las apariencias, otro de los enigmas que por lo pronto subyacen en el ánimo colectivo es el del programa de gobierno que ha de seguir el gobernador Covarrubias. Su reciente conversión panista, su pasado remoto priista y sus recientes antecedentes perredistas, vislumbran un programa de gobierno heterogéneo. Es obvio que los partidos tratan de imponer su ideario, su manera de entender las gobernanzas y desde luego, sus compromisos.
Aunque cada vez el distingo partidario importa menos. Con el gobierno federal panista, se entiende que el gobernador se asuma panista y use el programa y las ideas del PAN a la hora de gobernar. También sabemos que puede cambiar de partido en cualquier momento y, que se puede cambiar para seguir igual. Ese gatopardismo tan frecuente en nuestra impúdica clase política.
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