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lunes, 25 de marzo de 2013

LA RESTAURACION DEL PRI EN BCS

Introducción. La asunción de Peña Nieto y de los viejos priistas que lo acompañan en importantes carteras tiene sus muchas repercusiones en la vida política de BCS, el priismo estará mas vivo, mas actuante y es muy probable - por la impaciencia, por estrategia futurista,  quizás-  que el gobierno neopanista panista actual empiece la incorporación en puestos clave de la administración estatal, a los priistas que van a despejar el camino a los que vienen.

Ayuno de dos sexenios en el plano nacional, tres en el estatal, el priismo ha cobrado una fuerza tal que el azul panista que pintó el estado en los inicios del actual gobierno, empezará a palidecer comparado con el tricolor del presupuesto que viene del centro del país y que hoy administra el PRI.  La capacidad camaleónica del gobierno de Covarrubias tendrá que sacar a relucir las virtudes priistas que le acompañan, será necesario enseñar el ADN familiar -que no miente-  y que el neopanismo y el viejo –casi olvidado- perredismo no han sido más que anécdotas de una carrera política.

Antecedentes. Cuando el PRI empezó a declinar tanto en el país como en BCS, se entendía que era todo un sistema, toda una era la que estaba terminando. El golpe final sería  en 1999 cuando el leonelazo sorprendió al partidazo que todo lo ganaba y en el ámbito nacional Fox,  al siguiente año, se había montado en un carisma que parecía que el PRI se borraba de la faz de la tierra. El priismo parecía herido de muerte y por primera vez en más de setenta años, el país, el estado podían vivir sin el sistema que edificó toda una manera de ser, de gobernar y de invadir todos los ámbitos de la vida política, económica, social y hasta personal.

En BCS los priistas pasaron a formar una minoría silenciosa, acostumbrados a vivir dentro del presupuesto, una gran cantidad de priistas enseñaron su lado izquierdista y ascendieron de la mano de los neoperredistas; otros, perseguidos por el nuevo gobierno se fueron de la entidad o simplemente hicieron mutis; otros pactaron con el nuevo régimen y a los que peor les fue, cayeron a la cárcel. Los encarcelados el exgobernador Mercado Romero y el exsecretario general  Raúl Antonio Ortega, parecían apestados para el resto de los priistas que estaban acojonados ante la furia de Leonel Cota y sus jacobinos más cercanos.

No había trabajo para los priistas que no agacharan la cerviz y suplicaran su inclusión en el presupuesto del nuevo gobierno. El panorama era desolador para los priistas de convicciones, para el que se negaba -a pesar de las necesidades-  ir a suplicar, ante los nuevos señores, el sustento diario.

De Sudcalifornia a Atlacomulco. Algunos priistas con relaciones en otros estados fueron a parar con cargos medianos a Nayarit, Sinaloa, Sonora, algunos de los que se acomodaron en administraciones fuera del estado mostraron cierta solidaridad con sus correligionarios y los invitaron a colaborar con ellos. Hubo otros, que por caprichos del destino, la diosa fortuna, el azar o los caminos inescrutables del destino, en medio de su infortunio, encontraron trabajo en el Estado de México, se enrolaron en las sociedades políticas de Atlacomulco y algunos se quedaron y a otros los jalaron las nostalgias de la tierra y se regresaron en medio del neoperredismo imperante.

Muchos de aquellos transterrados priistas sudcalifornianos al Estado de México, que se fueron con la cola entre las patas, pronto aparecerán en al escena nacional con envidiable hueso  o harán la entrada triunfal por la puerta grande del terruño; otros, los que aquí permanecen y que alguna vez se engancharon en las entretelas de Atlacomulco y puntos intermedios, andarán recordándole al oído a los mexiquenses del gobierno nacional de Peña  Nieto, sus ganas de colaborar en el “proyecto” y si es a bordo de una delegación federal, mucho mejor.

El regreso del PRI a la presidencia, todo parece indicar que se aparecerá en forma de Delegación Federal que hoy se disputan, especialmente, los priistas que alguna vez  se salvaron del desastre leonelista en el Estado de México hace poco más de doce años. Quien lo iba a decir que a su lado se gestaba el presidente que le regresaría al revolucionario  … e institucional la joya de la corona, su razón de ser.

El recuento de los años. Lejos están aquellos tiempos de la persecución leonelista;  de despertarse sin edificio sede convertido en albergue; de avergonzarse de la ideología revolucionaria mexicana y exhibir la bolchevique para ser aceptado en el nuevo gobierno;  de los titulares venenosos con el prócer priista tras las rejas, de esconder la guayabera y de negar mas de tres veces la pertenencia al revolucionario. Pronto verían en el plano nacional que había vida detrás del panismo foxista y mucho más con el de Calderón. Que con Leonel fuera del estado y el Estado en manos de Agúndez, las pifias, los errores en el arte de gobernar podían ser aprovechados por quienes gobernaron setenta años el país que se las sabían de todas-todas. Pronto constatarían que el neopanismo de Covarrubias no es más que un tigre de papel. Poco a poco, fueron escalando y primero fue una presidencia municipal allá, una diputación acá para, al cabo de dos sexenios, encontrar que tienen la presidencia nacional y poco falta para estar de nuevo, en primer plano, en la cúpula del poder en el estado.

En BCS el priismo pudo revivir cuando los neoperredistas, enfrascados en la lucha por el poder, desorganizados y enfrentados por los cargos públicos y los dineros del estado,  obraron el milagro del regreso del PRI. Los neoperredistas cometieron los errores que el PRI nunca cometía, precisamente porque para eso estaba el partido y el jefe nato, para administrar las ambiciones, esa era su gran fortaleza.

Leonel, Narciso, Covarrubias, Luis Armando y demás personajes del PRD gobernante, cada uno de ellos tenían su “proyecto”. Así las cosas, la candidatura de Barroso Agramont apoyada por  el grueso del priismo que quedaba, deslumbró en medio de la confusión neoperredista, el PRI podía reinventarse y brillar entre los partidos que nada ofrecían a sus votantes. El PAN buscaba a quien venderle el logotipo porque ningún panista tenía la capacidad para competir por la gubernatura. En cambio el PRI conservaba la fuerza territorial, la redes ciudadanas, la identificación y las despensas que siempre han funcionado. Pronto regresaron los comités seccionales y la antigua organización que llevó a Estela Ponce a la presidencia municipal de La Paz y luego a otros al senado.

Antes de completar los tres sexenios fuera del poder estatal en BCS, el PRI ya ha conquistado casi la mitad del congreso local, tiene senadores de la República y dos presidencias municipales, entre ellas la capital. Nada mal para un partido que estaba en desgracia y arruinado hace catorce años. En estas condiciones y la presidencia de la República, es decir, con “jefe nato”, es cuestión de tiempo para tener el próximo gobernador priista.

Pena Nieto y BCS. El gobierno  estatal actual, sus componentes, no son especialmente políticos de convicciones ideológicas, de pensamiento político diferenciado, podremos observar como se empiezan  a plegar –como priistas de toda la vida-  a las políticas de Peña Nieto y al mismo tiempo, como los priistas van a empezar a remontar un gobierno que empezó siendo panista.

El golpe que temían los panistas de viejo cuño, los que creían que habían vendido el alma al diablo cuando decidieron empeñar el partido a Covarrubias y socios, ya está en marcha. Es posible que el priismo llegue al final del “sexenio” de cuatro años y medio con más colaboradores del PRI que del PAN como parte de la preparación para conquistar el poder, de nuevo, en BCS.  Cada cambio en el gobierno, cada renuncia y renovación del gabinete y puestos claves en el poder estatal, serán ocupados por priistas. Aparecerán en el  Palacio de Cantera, ya sin ambages, las guayaberas y las formalidades del abrazo estridente y las viejas formas de hacer política.

El regreso. La gran fortaleza del PRI, sin duda, fue su capacidad para mantenerse unidos a una idea. Los políticos priistas que tienen la posibilidad de ascender al poder estatal son aquellos que nunca desistieron de su pertenencia al partido. Cuando otros cambiaron de partido, cuando algunos priistas se vieron fuera del presupuesto montaron en pavor y se entregaron a Leonel Cota, Agúndez o Covarrubias, los priistas verdaderos, muchos de ellos, regresaron a su antigua profesión y abrieron sus consultorios, sus oficinas, sus bufetes y hasta hicieron de restauranteros, rancheros o profesores mientras pasaba el aluvión.

Muchos de ellos están en camino a una delegación federal  -por lo menos- y como dice un afamado lugar común en el periodismo sudca: -pronto serán noticia-

El tránsito al poder estatal ya se está cocinando en las figuras de Estela Ponce y Barroso Agramont, sin embargo, con Peña Nieto en el poder y dos años que faltan para las próximas elecciones generales estatales, las cosas pintan de lo mejor para el PRI, sobre todo porque los otros dos partidos grandes, están desfondados,  sin identidad y sin militantes. El PRI ha regresado a los viejos tiempos, cuando desde el centro se designaba a quien sería el próximo candidato y por lo tanto, el próximo gobernador.

Si bien es difícil –porque las circunstancias han cambiado- intentar la restauración del poder, lo que veremos será algo muy parecido al viejo PRI y a su manera de administrar el poder: desde arriba, con disciplina y con sentido de grupo, algo que no han tenido los gobiernos que los sustituyeron a lo largo de estos tres sexenios que ha estado el priismo fuera del poder.

El  dinosaurio nunca se fue. Veremos por ejemplo, de nuevo, como flash back, recibir al candidato en el aeropuerto, con mariachis, con porras, con mantas de apoyo proveniente de los sectores, con guayaberas limpias, blancas; a ruidosas lideresas de colonia y políticos dispuestos a recibir los atronadores abrazos de aquellos que perdieron y de los que ganaron, sin el énfasis del triunfo unos, ni los pucheros de la derrota, los otros. Así fueron siempre y esa manera de ser, esa manera de llevar un país, un estado; esa forma de entender  la política les proporcionaron setenta años en el poder.

El neopanismo sudcaliforniano en el poder tendrá que hacer una brecha, perder algo de soberanía en beneficio de los priistas que hoy tienen mas poder que antes y en beneficio de funcionarios, políticos oportunistas como los diputados independientes del congreso local que estarán deseando hacerse dependientes del PRI y de los chicos de Atlacomulco, algunos neopanistas serán mas priistas que aquellos que –en las vacas flacas- se encargaron de alimentar al dinosaurio que nunca se fue.

Arturo Meza Osuna. artmeza55@hotmail.com


(Publicado en la revista mensual "Análisis" que dirige Bertoldo Velazco

domingo, 5 de junio de 2011

EL GOBIERNO EMPANIZADO

Introducción. Todo empezó cuando el aun candidato a la gubernatura Marcos Covarrubias decidió el tremendo salto del PRD al PAN. Según se dijo en su momento, producto de una conspiración que involucraba el ala de Los Chuchos del PRD, instancias presidenciales y la dirigencia nacional del PAN, Covarrubias habría de ganar la elección general estatal, como en efecto sucedió. Teorías más, teorías menos, al cabo de unos cuantos días, cuando ya se había decretado gobernador electo, en febrero del año en curso, Marcos Covarrubias se afiliaba al PAN, con el alborozo del escaso y dividido panismo que habitaba en la media península.

El pleno del PAN en todo lo alto –como si realmente hubieran ganado la elección- festejaba el triunfo de Covarrubias; las dirigencias nacionales y estatales levantaban el brazo del ganador entre sonrisas satisfechas, confetis y serpentinas.

Los escasos panistas se aprestaban a cobrar el préstamo de las siglas, a incrustarse en la administración del nuevo gobierno y a generar el fenómeno político y social del neopanismo, un movimiento con características similares al neoperredismo que se vivió en el inicio del siglo, con la llegada al poder del Leonel Cota, un priista que había abrazado las siglas del PRD.

Antecedentes. El PAN, como bien se sabe, poco o casi nada pintaba en el Estado. Los últimos años, las noticias de este partido se referían a las continuas desavenencias entre la dirigencia estatal y uno de sus miembros más conspicuos, el senador Coppola, por lo demás, la única presencia política de peso en BCS, eran las delegaciones federales, algunas en manos de panistas sudcalifornianos. Ningún triunfo electoral relevante en los últimos diez años distinguía al PAN. Parecía que en este estado habían desaparecido los conservadores.



Los remotos triunfos del PAN se debieron a políticos que abandonaban el PRI, el caso de Crisóforo Salido que por poco le gana a Mercado Romero la gubernatura hace casi veinte años o de Ruffo Velarde que gana la alcaldía de La Paz en los noventas, ilustran bien la indigente situación del panismo en la entidad. Después, algunos triunfos menores por aquí y por allá, diputados locales, algunos plurinominales pero no más.

Los tiempos de la dominación del PRI, el PAN fue el partido que, al igual que en todo el territorio nacional, constituyó la única oposición visible, pero siempre en un segundo plano. Después vendría la dominación perredista por dos sexenios en los que el PAN tampoco jugó un papel relevante, aun cuando el PRI estuvo en la lona.

Así las cosas, al inicio de la contienda electoral reciente, el PAN había nominado a un empresario local como su candidato a la gubernatura. Sin ninguna posibilidad de triunfo, el mencionado candidato hizo algunas giras, reuniones, mítines sin mayor capacidad de convocatoria, que solo reflejaba la penuria panista que se expresaba en menos del diez por ciento de preferencias electorales.

Cambio de candidato e imagen. De pronto, de manera súbita, el candidato fue sustituido, sin más ni más, sin mediar mayor protocolo, por Marcos Covarrubias que después de su deserción del PRD y un periodo vacilante, ambiguo, finalmente decidió contender por el PAN donde fue bienvenido por Gustavo Madero y pronto, las fuerzas vivas del Acción Nacional acudieron en su auxilio. En cada mitin, en cada reunión había gobernadores, senadores, y demás conspicuos y famosillos miembros del panismo nacional que arropaban la campaña de Covarrubias, una campaña nada austera, en la que tiro por viaje se rifaban electrodomésticos y hasta carros cero kilómetros. Por recursos no quedaba.

Por su parte, Covarrubias que en su época de candidato de la izquierda pasaba como el hombre maduro y seductor, simpático y agraciado, coqueto y carismático, ya envuelto en las siglas del PAN, empezó a fundamentar su campaña en los valores familiares y se exhibía, cada que se podía, con su propia familia en los actos multitudinarios. Su esposa tuvo que hacer grandes sacrificios para permanecer, en un avanzado estado de gravidez, lo más que pudo, al lado de su esposo. Abrazaba, sin rubor y con gran entusiasmo los valores del panismo.

Fundamentalismo panista. Como todos los conversos, inmediatamente, apenas electo Covarrubias declaraba a un periódico (El Universal, 8 de feb. 2011) que estaba de acuerdo con la política aplicada por el presidente Calderón en contra del crimen organizado y decía: “ sentirse cómodo y de acuerdo con la ideología de la derecha y tendencias conservadoras, como la ley antiaborto”. Al preguntarle acerca de los estatutos, historia y orígenes del PAN aceptaba que desconocía aspectos como la fundación y agregaba: “Pero sí sé que tiene más de 70 años, 71 años. Quiero decirte que vamos a leer todita (la historia del PAN), pero lo poquito que hemos ido encontrando es algo que nos ha encantado”. Con estas declaraciones cerraba el ciclo que había iniciado con su defección del PRD y abría otro, muy incierto.

Una vez en el gobierno, coloca a varios panistas en sitios claves del organigrama, también se decide por amigos, leales y algunos personajes controvertidos de la política sudcaliforniana, especialmente en Finanzas, donde se ratifica a José Antonio Ramírez, a quien desde al panismo se había criticado la manera de endeudar al estado, igualmente, en la secretaría particular nombra a Arturo De la Rosa, quien había seguido su mismo camino preelectoral, del PRD al PAN, aunque este sin fortuna. En esa mezcla de personajes del gabinete, el encargado de la Secretaría General, la ocupa Mendoza Davis, un patricio paceño, con profundas implicaciones familiares en el priismo estatal aunque proveniente de una delegación federal panista. Un gabinete que retrata perfectamente, los bandazos políticos del propio gobernador, ahora panista.

Grilla panista
. Con pesada carga simbólica, algunos edificios públicos empiezan a pintarse de azul, también algunos documentos oficiales y hasta los cheques federales han tomado un azul panista. Cada vez ingresan más panistas a puestos de relevancia.

Aquellos izquierdistas que colmaron el PRD, ya empiezan a mostrar su arsenal de prácticas con tendencias derechistas: sacan a pasear a la familia, les da “asquito” el matrimonio homosexual, regresan a la misa dominical –y comulgan- rechazan públicamente el aborto, a Chávez, a AMLO; lanzan vivas al ejército y su lucha contra el narco, ya visten de azul y se acercan peligrosamente al PAN como alguna vez se acercaron al PRD en sus tiempos de gloria. Las oficinas del PAN, como nunca, tienen aspecto de partido grande, muy lejano al aspecto que tenía hace apenas algunos meses. Las crónicas de sociales inundan el estado con las nuevas divas y divos, juniors y socialités procedentes del panismo redivivo y pronto habrá bailes blanco y negro, eventos exclusivos de una sociedad que ha dado –otra vez- un salto a los nuevos estatus del poder.

Covarrubias, por su parte, acaba de debutar en la grilla panista, “…representa la mejor opción para encabezar al PAN en la contienda presidencial de 2012, porque forma parte de una nueva generación de panistas”. (Peninsular Digital, 27 mayo 2011), declaraba el gobernador respecto de Ernesto Cordero, y se sumaba, de esta manera, junto con otros gobernadores del PAN a la línea panista que proviene –todo parece indicar- de Los Pinos. Entraba, nuestro gobernador así, a ese juego perverso que inventaron los priistas –el tapado, la cargada, la línea- con toda una carga de simbolismos que parecían desterrados con la transición democrática.

Inicio del gobierno. Poco le ha durado la luna de miel o el bono de confianza que otorga la ciudadanía a los recién electos. Como si fuera una maquinaria pesada, un monstruo obeso, el gobierno de Marcos Covarrubias apenas ha dado pasos tambaleantes, inseguros, vacilantes y sus primeras acciones se pierden entre las demasiadas promesas de campaña y las demandas prioritarias de la ciudadanía. El engrudo se le empieza a hacer bola a un gobierno que ha tardado en echarse a andar y mostrar todas aquellas linduras que en campaña se festinaban con singular entusiasmo en medio de las rifas, la música de banda, los regalos, los aplausos. La realidad, terca como suele ser, ha exhibido sin recato la inexperiencia y la falta de oficio político a la hora de echar andar el gobierno, aun sin abordar los múltiples problemas que aquejan a BCS.

Los constantes viajes al DF de Covarrubias y colaboradores, llevan maletines llenos de peticiones de apoyos extraordinarios. El gobernador decía en su más reciente solicitud: “los Ayuntamientos de Baja California Sur padecen una aguda crisis económica que se complica con múltiples adeudos a los cuáles no pueden hacer frente pues sus participaciones federales están comprometidas por créditos contratados por anteriores administraciones y ello impide hacer frente a servicios tan importantes como la energía eléctrica”, a su lado, como escena surrealista, el secretario de finanzas, asentía.

Por lo tanto, Covarrubias y el Estado –que es lo importante- requieren la pronta ayuda de la federación. Como se puede ver, el gobernador ha dado muestras de adhesión incontrovertible a las políticas que provienen de la federación, a las grillas futuristas y a los principios fundamentales del PAN. Está –estamos- en espera de una respuesta acorde con el nivel de compromiso del gobernador con el PAN.

En efecto, parece sentirse a gusto, satisfecho en esta nueva ideología, es posible que fuera panista sin saberlo, que este último viraje en sus ambiciones y marco de referencia ideológica sea el definitivo, pues como declaraba, recién gobernador electo, una vez terminada su responsabilidad al frente de gobierno, volverá a ser lo que siempre ha sido: “un hombre de rancho”. Una variante del panismo que ni en su sueños más excéntricos, tuvo Gómez Morín, cuyo principal exponente es Vicente Fox y que bien podría denominarse: “neopanismo ranchero”, cuya característica principal es haber sido excelentes candidatos, no tan buenos gobernantes.

Una historia que urge cambiar.

domingo, 10 de abril de 2011

NUEVA EPOCA

Se Cierra el círculo que empezó en 1999 con un movimiento social que encabezara Leonel Cota Montaño, que logró, al fin, la capitulación del PRI. Se desgastaba el partido de estado y con los neoperredistas se encumbraba un nuevo grupo en el poder con denominación de izquierda que prometía mejores gobiernos para BCS. Así fue. Leonel Cota asumió con un bono democrático derivado del apoyo abundante del electorado en las urnas, de la clamorosa e incuestionable derrota del PRI y del discurso populista, como todo populismo, esperanzador.


No lo hizo mal, casi de manera inmediata se observaron grandes transformaciones en BCS. Enamorado del poder, gobernó con mano de hierro, de manera hiperactiva fue gobernador de tiempo completo, omnipresente y todopoderoso. Su gobierno trascendió el Mar de Cortés, se relacionó con quien podría ser –en ese tiempo- el nuevo presidente, Andrés M. López Obrador y poco antes que finalizara su sexenio, se fue a buscar fortuna a las grandes ligas de la política nacional. La derrota traumática del tabasqueño supuso, para Leonel Cota, un tobogán en el que se ha desplazado de manera consistente hasta llegar a la situación actual: una ostensible indigencia política, impensable para los tiempos de oropel que le tocó vivir.


De los momentos radiantes de poder omnímodo surgió Narciso Agúndez. Cota Montaño Había hecho un buen gobierno, su calificación y aceptación popular era elevada, podía, con la mano en la cintura, señalar e impulsar a su sucesor. Nadie se le opuso, pero nadie sabe explicar las razones, las cualidades que Cota Montaño encontró en Narciso Agúndez. Si lo que buscaba era un tipo manejable y dócil, que permitiera la trascendencia transexenal del poder, es obvio que no atinó. Narciso Agúndez quizás oyó y aceptó las primeras órdenes y sugerencias de exgobernador, pero poco a poco se fue alejando de su dominio, la separación fue inminente. Al final llegaría el choque público nada amistosos que se suscitó con motivo de la selección de candidatos del PRD en el pasado proceso electoral.


Hay una nada despreciable obra pública de Narciso Agúndez, sin embargo, todo parece indicar - por las votaciones en contra de su partido y candidato, las rechiflas públicas y los rumores de enriquecimiento personal y de sus más cercanos colaboradores que Narciso Agúndez saldrá por la puerta de atrás. Existen hechos comprobables como la deuda pública de cerca de 3 mil millones, intervención manipuladora en la UABCS y en el poder judicial, utilización del erario en gastos no prioritarios y gestos impopulares que han exacerbado el rechazo de Narciso Agúndez y por supuesto, a su partido.




Entonces, de aquel PRD triunfante del 99, poco queda, en su declive solo ha cosechado dos alcaldías y cuatro posiciones en el congreso. Parece estar en ruinas. No ha habido reacciones significativas del perredismo, apenas un acto de contrición ambiguo y enigmático –todo un galimatías- que escribiera Adrián Chávez como forma de explicación de los resortes íntimos que llevaron al PRD, a perder el poder. Todo parece indicar que ha terminado una época y empieza otra; que el grupo político que gobernó dos sexenios está a punto de la descomposición total. Ya hacen sus maletas los oportunistas que en etapas triunfantes se hicieron pasar por izquierdistas, mientras en el otro lado del espectro político, el PAN, un partido sin pena ni gloria en BCS, se empieza a llenar de los mismos oportunistas que alguna vez colmaron al PRD.


PAN y la nueva época. Igual que el PRD en algún tiempo, el PAN hasta hace unos meses no suscitaba ningún entusiasmo. Poco se sabía del partido que representa los intereses de la derecha. Las únicas referencias al PAN en los medios, eran las frecuentes salidas de tono entre la dirección estatal panista y el Senador Coppola en la lucha por el partido, por lo demás, habían sido las delegaciones federales la única presencia del PAN en el Estado. Parecía que en Sudcalifornia no había conservadores. Con la adquisición de Covarrubias, con el triunfo electoral, con el poder tangencial que han conseguido al suministrar sus siglas, el PAN parece revivido. Los “panistas”, que han llenado las oficinas antes desiertas, sienten que han triunfado y que el poder también les pertenece. La misma operación que el PRD realizó cuando llegaron al poder mediante un candidato de otro partido. Al tiempo deberán darse cuenta que quien llegó al poder fue Marcos Covarrubias y su grupo pero no el PAN. Las cuentas que tienden a sacar los, ahora numerosos panistas, es cuánto vale -en términos de posiciones en el nuevo gobierno- el empréstito de símbolos y abreviaturas.


Tan habituados estamos al travestismo político que casi ni se nota que hace unos meses, Covarrubias era un izquierdista, que fungía como diputado federal por un partido –of course- de izquierda, tenía –es una suposición- un ideario, un programa de gobierno, unos planes, una manera de pensar que contrastaba con la actual. Una vez que no solo ha pasado como candidato, sino que se ha afiliado al PAN, se comprende que tendrá que adoptar otra manera de pensar, otros planes, otro programa para colocarse en el otro extremo del espectro político. Aunque ¿Quién cree en tales espacios, en tales espectros?, quizás es parte del empobrecimiento de la democracia o simplemente la práctica política los ha diluido y se ha perdido toda perspectiva con políticos pragmático y utilitarios en su apremiante e imperiosa búsqueda del poder.


La inexperiencia de Covarrubias. Habitualmente un gobernador de cualquier entidad tiene muchos años en el quehacer político. Un currículum abultado de cargos de elección popular, de funcionario, de cargos honorarios, de puestos académicos, no es el caso de Covarrubias. Apenas ha sido presidente municipal de Comondú y justo un año en una diputación federal donde formó parte de las comisiones de Presupuesto y de Pesca. No más de cuatro años en dos cargos de elección popular. La pregunta sería ¿tiene Covarrubias la capacidad para iniciar una nueva época? Poco se sabe de la manera de pensar; su paso por la política ha sido muy fugaz y tortuoso en materia de ideas y discurso. Sin embargo, su discurso de campaña se centró en el “cambio”. Expresaba –como lo hacen todos los políticos en campaña- que la gente quiere un cambio. Aunque –como todos los políticos en campaña- no explicaba en qué consistía ese cambio. Se entendería –así a vuelo de pájaro- que se refería al gobierno de Agúndez pero habrá que ver, que es lo que desea cambiar, como interpretó los deseos de la gente –de cual gente- y que es lo que puede cambiar en cuatro años y medio.


La oposición. A diferencia de los felices años perredistas, al gobierno de Covarrubias le tocará enfrentar una oposición quizás más equilibrada y más crítica, pues en su corto andar, ha dejado animadversiones en la oposición, que seguramente tendrán –el PRI y el PRD- ganas de cobrar en cuanto inicie su ejercicio de gobierno el ex alcalde de Comondú. Para muchos priistas, Covarrubias llega con fuertes cargas de ilegitimidad debido, especialmente, a las sospechosas y fantásticas urnas de Comondú que nunca se explicaron bien a bien y que, a la postre, fue la ventaja con la que desplazó a Ricardo Barroso del primer lugar en la elección constitucional.

En el PRI, se iniciará una fuerte competencia al interior, básicamente entre las dos revelaciones de los últimos años: Ricardo Barroso y Estela Ponce, cada uno desde posiciones diferentes, con estilos distintos tendrán que mantenerse vigentes en el ánimo del electorado; en medio de esta lucha, la oposición al PAN y a Covarrubias resulta una buena manera de conseguir visibilidad pública; pegarle a Covarrubias, además de pregonar su capacidades frente a las supuestas deficiencias del PAN y los panistas, una controversia que, en el terreno nacional, tiende a hacerse más encarnizada, a medida que avanza la definición por la presidencia de la República. Para el PRD y asociados, no solo por el olímpico desprecio a esos partidos, sino por las explicaciones postreras que se han dado respecto a la gestión de la candidatura de Covarrubias. Una candidatura de estado –gestada en la presidencia- con la contribución de las dirigencias del PAN y el PRD, es decir, una reprochable manera de competencia electoral que dejó al PRD en el tercer lugar, en el desempleo y en el autismo político.

Si bien es cierto que solo queda un remedo de lo que fue el PRD, también es cierto que, ya sin las prerrogativas, sin el poder y sin recursos, el PRD tenderá a la depuración de sus cuadros. Ya ha habido un buen trasvase de oportunistas que han pasado del PRD al PAN, de tal manera que, es posible que los viejos perredistas, la izquierda genuina, se haga cargo ahora de la izquierda y empiece un arremetida crítica y combativa de un PRD que, convertido en movimiento social, se encuentra mucho más cómodo que en el gobierno, mucho más, contra las fuerzas de la derecha, representada, ahora, por Covarrubias y el PAN.

Epílogo. Marcos Covarrubias no las tiene todas consigo. Una andanada de problemas mayores le esperan apenas traspase los umbrales del llamado Palacio de Cantera. El propio Covarrubias, con su muy escasa experiencia política y administrativa ya representa un hándicap en contra. La única defensa contra la inexperiencia es la asesoría de los expertos y la selección de los mas cercanos colaboradores con parámetros de excelencia. Es decir, no se puede dar el lujo de gobernar con amigos, compadres o correligionarios solo porque lo son.

De entrada se encuentra con la entrega- recepción de un gobierno que se percibe como omiso y poco transparente. El problema consiste en que, si no hay resultados satisfactorios para una población que pide cuentas claras, en algunos casos, franco linchamiento, se estará confirmando, para muchos, la teoría del plan B que tanto se emitió por aquí y por allá, durante el periodo electoral. Asunto que disminuye y despersonaliza la figura del gobernador.

No tiene mucho tiempo, son solo 4 años y medio en los que tendrá que demostrar de que puede con la responsabilidad y sobre todo, explicar, con su ejercicio de gobierno, con hechos concretos, medibles y comprobables, cuál era ese cambio que propagaba cuando se convertía –en mítines, reuniones, entrevistas, debates- en intérprete de los deseos de las mayorías.

miércoles, 16 de febrero de 2011

LA CATASTROFE DEL PRD

Entre los fenómenos dignos de mención de estas elecciones generales estatales que acaban de pasar, se pueden señalar algunos hechos sobresalientes tales como el voto diferenciado, las triquiñuelas de todo tipo, el ascenso del PRI; la preferencia del candidato, no del partido; el posicionamiento artificial del PAN, la copiosa asistencia a las urnas, pero sobre todo, la derrota estrepitosa del PRD – PT, un fenómeno que, con mucho, es la parte más destacada que, por sí misma refleja la situación electoral de B. C. S. y sus posibles consecuencias.

No fue una derrota cualquiera, fue una derrota a toda una manera de hacer política, a la comodidad que provee la confianza en el poder; a la forma abusiva de usar las mayorías en el congreso; al contubernio entre ejecutivo y legislativo; a la falta de distancia entre gobernador y partido y a la incapacidad para solucionar los diferendos internos. Es la expresión de una ciudadanía que ha aprendido que con su voto puede castigar y cambiar el estado de cosas.

Muy pronto el PREP apagó los aires triunfalistas de los simpatizantes del partido en el poder, el candidato Luis A. Díaz nunca pasó del tercer lugar; las alcaldías y los escaños en el congreso se ganaron con muy escasa diferencia sobre el segundo lugar. Al final se quedaría el PRD PT con muy magros resultados: además de la pérdida de la gubernatura, solo dos alcaldías, tres lugares en el congreso y una caída hasta el tercer lugar en el orden de las fuerzas políticas del Estado.

No es fácil digerir una derrota así. Ya han empezado desde la cúpula del PRD a lanzar frases motivadoras que invitan a seguir en la lucha y con la idea que el pueblo fue engañado; que el pueblo bueno, noble e ingenuo cayó en la trampa de los neoliberales –que tienen muchos rostros- que los electores han sucumbido a una especie de canto de las sirenas, es decir, son los votantes los equivocados, es asunto de conciencia política que la izquierda no ha sabido inducir. Tarde o temprano, con la dirigencia o sin ella, los colectivos de la izquierda sudcaliforniana tendrán que hacer la autocrítica con el fin de identificar los errores que los llevaron a perder el poder, entre los que sobresalen: divisiones internas, el factor Narciso, el candidato y otras.

Divisiones internas. Sin duda la raíz de la derrota. Cuando empezaron los estire y afloja acerca de la forma de nominar las candidaturas, la cúpula del PRD aun sentía que tenía todo para ganar y se hicieron escasos esfuerzos para mediar entre los inconformes. La actitud parecía ser la de quienes teniéndolo todo, los tránsfugas se lo perdían; no merecieron la intervención diplomática ni la política de la reconciliación. No hacían falta. Esas fueron las expresiones de los principales dirigentes cuando salió Leonel Cota, por ejemplo, por la puerta de atrás. De mala manera le dieron un portazo a uno de sus principales dirigentes.

Por otra parte, cuando la discusión encuesta o consulta y que se decidió finalmente por ambos métodos, cuando faltaba por hacer la consulta popular, sin más, la dirigencia nacional se negó a llevarla a cabo a pesar que la dirigencia estatal negaba las causas para no llevarla a cabo que argüían Los Chuchos, una dirigencia nacional rechazada por la mayoría de perredistas pero que, aún así, el partido local siguió sus lineamientos.

Si bien las defecciones del PRD se sucedieron de manera lenta pero continuada, fue la de Marcos Covarrubias –que nunca fue explicada ni por el propio Covarrubias ni por la dirigencia estatal- la que pesó más. Covarrubias había demostrado que tenía el favor del electorado, sin embargo, parece ser que, desde el gobierno se impusieron, a propósito, tal cantidad de compromisos, tal carga de obligaciones para con los grupos perdedores, que Covarrubias y sus mas cercanos colaboradores prefirieron la incertidumbre de pasarse a otro partido. ¿Por qué preferir otro partido si en el PRD tenía casi seguro el triunfo?, esa pregunta nunca fue resuelta por la dirigencia estatal que siguió haciéndole el juego a Los Chucho y a Narciso Agúndez.

El factor Narciso. Los errores se fueron amontonando durante seis años –o más- sin que el partido levantara la mano. Tampoco los escasos intelectuales que tuvieron cabida en el gobierno perredista, dijeron esta boca es mía. El aburguesamiento de los funcionarios de izquierda fue patente; la comodidad que provee un buen sueldo, la conformidad con el estado de cosas que provoca el agradecimiento a quien lo puso donde está, obraron la defensa a ultranza de un gobierno que cada día se veía más hacia la derecha.


Por ejemplo, la desorganización municipal por falta de fondos fue una de las causas que incidieron para dar una visión de un gobierno ineficiente. Mientras Narciso Agúndez se codeaba con Televisa y le daba todo para que colocaran un centro de rehabilitación infantil, mientras el CREE –el órgano de rehabilitación estatal- seguía en la indigencia, el gobierno de NAM despojaba al patrimonio estatal de millones que hacían falta en los municipios; los alcaldes batallaban para llegar a fin de mes. El asunto tronó el fin de año cuando no pudieron cumplir los compromisos económicos con los trabajadores municipales –a quienes les habían quitado, a la mala, parte de su sueldo para el Teletón-, pero si habían cumplido con Televisa. Se sucedieron paros, suspensión de pagos y hasta desórdenes políticos en el caso de Comondú.

Nadie dijo nada, o mejor: hubo voces de advertencia de algunos miembros del partido –que la dirigencia desestimó- ante la deuda que el estado acumulaba. Un congreso con mayoría perredista débil, patrimonialista y en los brazos del gobernador, dio la anuencia para adquirir una de las deudas mas espantosas que los sudcalifornianos tenemos que pagar del erario; una deuda irresponsable, en buena parte utilizada para la construcción de obras no prioritarias como el Pabellón Cultural de Los Cabos. En fin, una opacidad tal en el manejo de los recursos que el gobierno electo– ejecutivo y congreso- deberán llamar a cuentas al gobernador.

La universidad, tradicionalmente botín político, se encontró, en su ya larga historia de desventuras, de pronto con dos rectores. A despecho de su autonomía, los gobiernos estatales siempre han incidido en la UABCS desde su fundación, han actuados de bomberos ante los múltiples conflictos universitarios. Por tal razón, tales conflictos se endosan al gobierno en turno.
Además de estos ejemplos, ha habido acusaciones de frivolidad y de gestos impopulares, pero Narciso Agúndez hasta el final ha sido apoyado por el partido. La dirigencia siempre se negó a deslindarse, al contrario, apoyó o al menos guardó silencio ante los errores y omisiones en los que cayó Agúndez Montaño; los verdaderos izquierdistas estaban más ocupados en conservar su puesto que en tratar de señalar a un gobierno que acumulaba desprestigio y descrédito que, obviamente incidió en el candidato.


El candidato. Aun cuando Luis A. Díaz no fue el seleccionado por la encuesta, a la renuncia de Covarrubias, se acudió a su candidatura. Bien se sabía que Luis A. Díaz tenía una serie de cuestionamientos que lo hacían un candidato difícil de prestigiar, lustrar y de promocionar con éxito. Sin embargo, pudieron más las influencias del gobernador y Los Chuchos que los factores críticos del partido.

Luis A. Díaz fue, quizás desde el principio del gobierno de NAM el señalado. Había sido mano derecha de NAM en la alcaldía de Los Cabos y sucesor del propio Narciso en dicha alcaldía. En cuanto finalizó su ejercicio como alcalde de Los Cabos, el gobernador lo llamó para ocupar la posición más visible en su gobierno, la Secretaría de Gobierno. Así se tejió la red de apoyos a LAD que desde su ascenso a esa posición inició su campaña, a la que se adhirieron todos los funcionarios de alto y mediano pelo, aunque LAD tenía asuntos sin resolver que van desde su identidad, hasta acusaciones de contubernio con invasiones ilegales de terrenos y otras sospechas que no valieron para la dirigencia estatal. Aun así se mantuvo en la candidatura cuando era evidente que tales acusaciones –ciertas o no- harían mella a la hora de presentarse como candidato. Para los adversarios fue un alivio.

Aunque el PRD confiaba en su estructura electoral, el peso de las acusaciones y sospechas sobre Luis A. Díaz terminaron por ser el mayor lastre en plena campaña. Además, el entorno había cambiado: las escisiones y la caída de popularidad de Narciso Agúndez produjo unas circunstancias muy diferentes para Luis A. Díaz; el partido en el poder ya no podía darse los lujos de las anteriores elecciones que ganaron de calle.

Igual sucedió con los candidatos a alcaldes, especialmente en La Paz. Impuesto gracias a sus relaciones con la dirigencia nacional, Ricardo Gerardo Higuera resultaba un candidato sin arraigo, sin popularidad en la ciudad. Candidaturas que nunca prosperaron pero el partido se empeció en mantenerlos con el objeto de cubrir cuotas y ya, al final, quizás con el objeto de impedir otras escisiones de políticos saltimbanquis que han colmado la partidocracia.

Epílogo. El PRD, sus aliados y los miembros de la izquierda tienen mucho material para analizar. Sin duda, esta debacle obliga a una refundación, al menos, regional del partido. Además de obligar a la renuncia de la dirigencia para dejar libre paso a las ideas y documentos, será necesario, ahora sí, contar con los recursos intelectuales de la izquierda con el fin de contar con un partido consecuente con los principios de la izquierda.

Privilegiar la congruencia por encima de la actividad política pragmática y utilitaria; analizar las distancias entre gobernantes y partido, entre candidatos y programa; entre ser de izquierda en la oposición y de derecha a la hora de gobernar, pero sobre todo, observar las conveniencias del PRD estatal independientemente de los vaivenes en los que se mueve la dirigencia nacional, una de las peores influencias en este proceso electoral.