martes, 10 de marzo de 2009

MAS DE KING

Con cierto rubor por no haber colocado fotografías que ilustraran mejor el blog, nos dimos a la tarea de seguir los pasos de Francisco King, su estela, al menos, lo que evoca su paso por este mundo.







Hay en La Paz una calle con el nombre del Sr. King, dicha calle, situada en el barrio El Esterito, por debajo de la Colina del Sol -frente a las playas del Mar Bermejo- que desemboca en el paseo del malecón. En tal desembocadura se encuentra un parque dedicado a Francisco King. El parque está en buenas condiciones, pero el busto que recuerda su imagen, está cubierto, como se puede ver con una bolsa de polietileno atada fuertemente con alambre.
Es probable que el busto esté incompleto por daños, como se puede ver, los garfiti boy's ya le dieron un entre con un críptico mensaje en el pedestal.

Otro de los indicios de King es -obviamente- el Centro de Radio y Televisión que se encuentra igual como lo dejó, sin demasiados cambios como se puede ver. La gran antena que dominaba la ciudad -era la única- en los setentas. Con el paso del tiempo, la telefonía, las microondas, el aeropuerto, hubo muchas antenas que compitieron en altura con la antena de King.

Finalmente, como no podría ser de otra manera, la última huella de Francisco King se encuentra en el borde de la carretera Transpeninsular, en un suburbio de La Paz, Chametla. El lugar donde, por alguna razón especial, se determinó su última morada.



El lugar donde está enterrado el Sr. King se encuentra bien conservado: limpio, ordenado, aunque es extraño que no se encuentre, por ningún lado, una placa alusiva ni señales de haber existido. La mayoría que transita por esa zona de la ciudad se preguntará que pitos toca ese pequeño predio, pues no tiene, la tradicional fachada de monumento funerario que no sea los ciprés que lo rodean, que las usaban desde A de C las culturas mediterráneas, por ser longevos, delgados y puntiagudos, características que se asociaban con el alma al cielo. Por lo tanto, también se asocian al duelo y a la muerte.

Por ser un árbol de perenne y gran verdor, habida cuenta que sus raíces se entierran profundamente, para algunas culturas significaba, la relación del cielo y la tierra. Fue un árbol sagrado para los antiguos mediterráneos, tanto que la Isla de Chipre, debe su nombre al ciprés. Quizás el transúnte con esta información, alcanzará a asociar que en ahí hay una persona enterrada. Aunque para ser enterrado “frente a las playas del Mar Bermejo”, había sitios mejores.
Y a mi enterradme sin duelo entre la playa y el cielo...
En la ladera de un monte,más alto que el horizonte.
Quiero tener buena vista.
Mi cuerpo será camino,le daré verde a los pinosy amarillo a la genista...

jueves, 5 de marzo de 2009

LA RADIO Y TV DE KING

Si bien, la radio formaba parte del mundo familiar; de los aparatos imprescindibles en cualquier casa y la única manera de relacionarnos con el exterior, en la Baja California Sur de los setentas, la TV no se veía excepto en La Paz. Fui de las generaciones que conocieron la TV ya entrada la adolescencia.

Cuando ingresé a la secundaria en Santa Rosalía, era muy poca la gente que tenía TV, pues esta solo se veía de vez en cuando. Para esto se colocaban antenas en los techos de las casas, entre mas alta mejor. Si la atmósfera estaba clara; el día sin viento ni nubes, era probable que entre la niebla de la pantalla, con cierta dosis de imaginación, algo se viera. Era común que entre dos personas se regulara la calidad de la recepción televisiva; uno en el techo y el otro abajo, con la vista en la pantalla. En la medida que el del techo manipulaba la antena, el otro, a gritos, señalaba la posición más conveniente.



Fue ya entrados los setentas, cuando el gobierno de Echeverría no solo construyó la carretera Transpeninsular, a lo largo de la carretera, en los picos montañosos, se colocaron receptores y emisores de microondas con las que la TV llegó a nosotros, al resto del estado.
En La Paz, la XENT incluyó TV desde finales de los sesentas. Don Francisco King, pionero de las telecomunicaciones, el de la voz peculiar, barítona y aguardentosa, el de “en la Colina del Sol, frente a las playas del Mar Bermejo” inició con la radio, luego fue la TV. Además de la niebla de TV que vi en Santa Rosalía, fue hasta que entré a la prepa en la Morelos que pude ver televisión como dios manda.

La programación incluía, además de las caricaturas vespertinas, series de TV de las cuales recuerdo “Hawai 5-0”, un grupo de policías hawaianos –gordos, ojos jalados, camisas floreadas- que resolvían crímenes en la bella isla del Pacífico; “Los Intocables”, la persecución del gran Elliot Ness sobre capos como Al Capone y otros de origen italiano que asolaron el Chicago de la prohibición alcohólica; las aventuras de detectives no muy atractivos como Columbo, chaparro y contrahecho; Canon, gordo, bigotón pero muy abusado o Kojak, el irónico pelón con una voz maravillosa que le prestaba el actor mexicano Víctor Alcocer. “El Gran Chaparral”, las vicisitudes de un rancho fronterizo con las hordas de apaches y los forajidos merodeadores en el desierto de Arizona; “El Santo”, las peripecias de Simón Temple (Roger Moore), este sí, guapetón y bueno para las patadas; “Bonanza”, las vicisitudes de una familia de vaqueros cuyo rancho era el centro de las aventuras. Muchas otras series de TV que vimos pasar los hoy cincuentones que conocimos La Paz de los setentas.


Las series eran interrumpidas por el noticiario El Pulso del Mundo, que dirigía Don Francisco King y por el que pasaron –y aun siguen- algunos locutores como Federico Riestra, Román Pozo o el Prof. Murillo Aguilar. A propósito, una amiga mía de origen holandés, refiere que una de las razones por las que se quedó a vivir en La Paz, fue por el “Pulso del Mundo”. Según cuenta, acompañó a su esposo al Puerto de Ilusión por motivo de negocios, se hospedaron en un hotel y encendieron la tele donde estaba iniciando El Pulso del Mundo. En una ciudad de 50 mil habitantes –quizás menos- , refundida en una esquina del mundo, lejos de los centros neurálgicos mundiales, hablar de “El pulso del mundo” le pereció punto menos que exagerado, pero en fin, siguió viendo el noticiario. Además de las noticias comunes y corrientes en una pequeña comunidad, lo que más le impactó fue el rescate de un gato que había quedado encaramado en un árbol. Las fuerzas del orden, los bomberos, la Cruz Roja, además de mirones y metiches hicieron del rescate gatuno el acontecimiento del día. Al otro día salió a dar la vuelta por la ciudad, visitó tiendas, conversó con algunas personas, no se hablaba otra cosa que del gatito atollado y al final reflexionó que en una ciudad donde un suceso mayor puede ser un gato en apuros, es una ciudad para vivir y aquí se quedó.
Después de “El Pulso del Mundo”, Don Francisco King se despedía con una bella letanía que alguna vez me supe de memoria y que invitaba al público a iniciar un nuevo día con bríos y fe en el futuro, la melodía que invariablemente acompañaba la retahíla de Don Pancho, era “Marea Baja”, con la orquesta de Percy Faith, quizás Mantovani , mientras que por la tele pasaban hermosos paisajes de los litorales sudcas.

Con mucha frecuencia, el Sr. King se vestía de reportero y vaya si consiguió tremendas exclusivas. Recuerdo su visita al velero de la Armada de México; a un gigantesco crucero norteamericano; la visita de la Reina Isabel de Inglaterra; la visita de Ronald Reagan; las Pinturas rupestres de San Francisco; las Barrancas y la energía solar o los procesos de la ESSA en Guerrero en las salinas de Guerrero Negro o la historia de las misiones y el paso de los jesuitas. En muchos de esos reportajes, nos descubrió algunos enigmas de la geografía o de la historia de la Baja California Sur o simples curiosidades que King les encontraba su lado interesante. Hoy en día, la emisora tiene a bien pasar jueves con jueves tales reportajes como “El reportaje que hizo historia”, muchos de ellos aun vigentes, a pesar que el Sr. King murió hace 20 años, cuando menos.

Se sabía que el fundador del Centro de Radio y Televisión de La Paz, era muy afecto a los caballos y al tenis. En su residencia –donde es el Centro de Radio y TV- poseía una caballeriza y también una cancha de tenis. Algunas veces, de la cancha -de la “casacarita” tenística- corría a dar el noticiario; de prisa se colocaba camisa, corbata y un saco. Fue en más de una ocasión que, una vez despedido el noticiario, se levantó tan rápido que la cámara captó que, en efecto, solo llevaba camisa y saco, debajo, un short y las piernas peludas.


Una de las trasmisiones que mayor auditorio –seguramente- reunía, era el box del sábado, desde la Arena Coliseo. Era el tiempo de “los gallos” mexicanos, una generación de boxeadores de gran nivel que coincidieron, a cual más de bueno: Rubén Olivares, Chucho Castillo, Romeo Anaya, Rodolfo Martínez, Rafael Herrera, el Famoso Gómez y otros que daban excelentes peleas y que vi , a falta de tele, desde una barda que daba al patio de los vecinos, que sábado con sábado, hacían reuniones familiares en torno a la TV y el box, que no reparaban en el mirón que se relamía en las sombras, entre cerveza y cerveza y el olor de las viandas que engullían con pantagruélico entusiasmo.

Los patrocinadores que tenían comerciales memorables eran: Casa Cota, CCC, Hotel Los Cocos, Hotel Los Arcos, la cerveza que daba la hora exacta, “Carnes selectas”, panificadora “Gloria”, “La flor de mayo”, negocios pujantes en La Paz de antaño, algunos ya desaparecidos.

Después, llegaría con fuerza la TV nacional, las transmisiones del monopolio televisivo inundaron con el futbol, Raúl Velasco, Zabludovsky que cambiaron el modo de vida sudca. El Sr. King siguió haciendo TV, pero su fuerza se trasladó a la radio con el programa “Contacto Directo” que se convirtió en la voz de los paceños y en una autoridad moral en la media península. Quizás su último gran reportaje fue la detención de los Liceaga Ruibal, hermanos del gobernador en ejercicio. Interrumpió la programación del Centro de Radio y TV para anunciar – sin maquillajes- que por nexos con el narcotráfico, los hermanos del entonces gobernador, quedaban a disposición de la justicia. No podríamos saber que tipo de presiones políticas sufrió Don Francisco King cuando esto sucedió. Quizás, hoy en día, los medios de comunicación hubieran callado, al menos, “suvizado” el hecho.

Al poco tiempo, fue el mismo Francisco King quien anunció por la radio y la televisión su enfermedad y de la manera mas serena y lúcida se despidió, en TV, del auditorio que lo siguió por décadas y para quien sigue vivo en sus reportajes, su voz y en los profesionales de la comunicación, su ejemplo. Su entierro, sin duda, fue el más concurrido que persona alguna pudo tener. Grandes masas se dieron cita en los funerales, finalmente, en un predio que se encuentra en Chametla, a la vera de la carretera, descansan sus restos.
Gracias a King, fueron los paceños los primeros en ver TV clara y nítida, mientras en el resto de Sudcalifornia, fueron las microondas quienes obraron el milagro. Por lo tanto, en La Paz, desaparecieron las antenas del techo, ya no fue necesario el diálogo aquel que terminaba con: “¡ES ANQUE KING! cuando a pesar de moverle para uno u otro lado, la imagen no mejoraba. “¡Es anque King!” significaba que el problema venía del Centro de Radio y Televisión de la Colina del Sol frente a las playas del Mar Bermejo.

jueves, 26 de febrero de 2009

EL 14 DE FEBRERO

Bien podría llamarse “Día de la fruslería y la frivolidad”, quizás no hay otro día del año donde los sentimientos mas light alcanzan tal liviandad que de no ser por la atroz y pertinaz acción de la gravedad, sus celebradores(as) y oficiantes (as), bien podrían hacerse polvo un 14 de febrero o elevarse a los cielos, gráciles, sutiles, ligeros, detrás de un globo rosa en forma de corazón.

Ni la navidad alcanza tales niveles de banalidad, habida cuenta que además del consabido ataque al bolsillo y la fiebre consumista que alcanza ambas celebraciones, el 14 de febrero ni tiene la tradición navideña, ni las vacaciones, ni motivos religiosos, mucho menos aguinaldos. El 14 de febrero es mas bien una fecha impostada, de invención reciente, evidentemente estimulada por los comerciantes –vendedores de peluche, chácharas y chuchulucos- y resaltada por los medios de comunicación nacionales que creen a pie juntillas en el mercado libre y también en el monopolio.

Un día en el que se resume toda esa “filosofía” light que sale de las profundas páginas de Paulo Coelho, de Cuauhtémoc Sánchez o y de esas series de libracos con títulos aun mas ñoños como “caldo de pollo para el alma”y lecciones obvias de moral axiomática.

El día de las frases célebres que citan invariablemente a Víctor Hugo –aunque nunca han abierto Los Miserables-; a Oscar Wilde pero nunca visitaron El Retrato de Dorian Gray; a Borges que se revuelca en su tumba cada vez que lanzan un poema light del que lo culpan y que, pulula con fruición por correos electrónicos, pero ni siquieran se han solazado con "El poema de los dones" o "La Biblioteca de Babel". Con lo amargoso que era el viejo. A García Márquez que también, la cultura light lo ha elevado a surtidor de consejos y que, hace tiempo renunció a defenderse de tales infundios, seguramente tiene poca vida y cosas más importantes que hacer.

Un día especial para las psicólogas de programa de TV para mujeres –con perdón de las mujeres- que desprecian las neurociencias y creen que la psicología es para dar “buenos” consejos y apapachar a los deprimidos con palabras de aliento y estímulos rosas. Para acabarla, como si los paceños no tuviéramos suficiente con los canales de Televisa y de TV Azteca, la radio local –en la Colina del Sol, frente a las playas del Mar Bermejo- nos receta un programita matutino almibarado titulado "Que dicen ellas" donde la ñoñería burbujea al compás del lenguaje más elemental (esto y lotro, hasdecuenta, asíasí y no se que), el lugar común en todo su esplendor; la simpleza sale a relucir ante la falta de sustancia, de lecturas; espuma, mucha espuma; esencia, casi nada.

Tanta liviandad, tan borboteantes emociones hacen ver el amor como una caricatura y no como forma de huir de la angustia de la separatividad, según Fromm ; como elemento biológico: neurotransmisores que producen tensiones químicas, caldos hormonales y receptores dispuestos desde la piel hasta el sistema límbico; feromonas feroces, obnubiladoras de conciencia en busca del centro del amor. Vimos, otro año –otro más- la ñoñería de el amor como sentimiento “bonito”, de mariposas en el “estómago y de cancioncitas “románticas”, pero no se les ocurre jamás tratar de entender el fenómeno mediante los aspectos psicobiológicos de la sexualidad o la discusión de la exclusividad del amor erótico; la evolución del amor mamífero y la civilidad contra la biología en la asignación de pareja; o la invención del amor galante como búsqueda de la libertad, junto con la igualdad, la fraternidad en los tiempos de la guillotina; el amor en los tiempos del cólera y de la romántica tuberculosis del siglo XIX; el amor después de la píldora anticonceptiva, el hippismo, el amor libre; el existencialismo y demás ismos que se llevaron entre las patas -of course- el amor...y la amistad.

Aunque no a todos interese, seguro es que todos estamos influidos o, al menos nos hemos involucrado con el amor. Limitar el amor a las telenovelas de Televisa o peor aún, de TV Azteca –entre la vulgaridad de “los abonos chiquitos” o “el vuelo del águila”- es limitarlo al manoseo de las estrellitas de moda entre el muchacho y la muchacha bonita; a una historia manida y recurrente que ya sabemos en que termina. En ese terreno habría que atender a la ínclita Corín Tellado para no ir tras su paso como un penitente.

El asunto es celebrar como obligación y como autosatisfacción; celebrar a falta de arte -El Arte de Amar-, de conocimiento, de búsqueda, de inquietud, de discusión, de curiosidad acerca de la intimidad de un sentimiento poderoso, arrollador, apasionado –nunca mejor dicho- . Las sociedades light prefieren lanzar el amor al exterior sin misterio, desnudo; desprovisto de enigmas, de toda profundidad; como cancioncita de Juan Gabriel, del Buki en donde “te quiero mucho” se repite ad nauseum y cumplen la orfandad de Nerudas, de Machados o de Sabines o si se quiere de Sabina o de Serrat.

Este día, invariablemente sale a relucir lo “bonito”-lo hermoso, lo bello, oh la la- del amor y aquel, aquella que no me ha saludado en todo el año, de pronto encuentro que me ama y como prueba me entrega un caramelo adornado con cintas rosas, malvaviscos de colores blandos y livianos -ad hoc- envueltos en celofán o un corazón de chocolate. Mañana volverá a voltearme la jeta, como si no me conociera porque resulta que le caigo gordo por amargado, por Grinch por pertenecer al club de Scrooge, porque sabe perfectamente que me parece ridícula su celebración. Pero ese día hace alarde de su paciencia y procura ejercer como amorosa y hasta me perdona la bilis negra, mi resentimiento con la vida.

Me da el chocolate y se aleja levitando debajo de su globo de helio, de corazón rojo, bonachón, sanguíneo... y juro que vi cuando se elevó, de tan light.

jueves, 19 de febrero de 2009

EL BEISBOL, LA RADIO

Otra de las delicias de la radio de mi infancia era el beisbol de la Liga Mexicana. A las 19.30 –“la hora mágica del beisbol”- sintonizábamos la radio pero a medida que avanzaba la noche, la radio perdía claridad y entraban los gringos. Lo peor era cuando la radio fallaba en situación crítica, por ejemplo: “con hombre en primera, hombre en tercera, dos outs, con cuenta llena, empatados en la novena entrada…..” luego entraba el ruido que crecía en intensidad y la voz del mago Septién se perdía mientras cada vez más clara llegaba la voz de un locutor gringo. Ya sabíamos que no había nada que hacer pero movíamos la antena para todos lados desesperados, la espera a que regresara “la onda” era un suplicio. Si bien nos iba, al menos nos enterábamos del final del juego.
Nuestros preferidos eran los Tigres –los fabulosos Tigres capitalinos- en buena parte porque ahí jugaban peloteros oriundos de Santa Rosalía, entre ellos Arturo Cacheaux a quien debo el nombre de Arturo. Cacheaux era un tremendo pitcher que rompía la liga local cuando yo nací. Una tía a quien le gustaba el lanzador, pujó fuertemente para que me colocaran ese nombre en la pila bautismal. Además jugaban Vicente Romo, Obed Plasencia –empezaba su carrera- y el zurdo Robles que se había casado con una cachanía. Éramos tigristas y escuchábamos embelesados los gritos destemplados de El Mago Septién exagerando las atrapadas del Pulpo Remes, las increíbles fildeadas de Manuel El Estrellita Ponce, los dobleplay fulgurantes del infield del millón de pesos, el bateo oportuno de Ricardo Garza, los tapones de El Bombero Enrique Castillo, las estrategias de ejedrecista de El Chito García o los juegos de 15 pochados de El grandote Peña y de El Huevo Romo. Desde luego Cacheaux era mi ídolo.


El Tigres del 65 campeonaron y aplastaron a Los Diablos, los acérrimos rivales. Emocionados por la excelente temporada, un grupo de niños enviamos cartas a las oficinas de El Tigres y nos respondieron con una gran fotografía de todo el equipo campeón, firmada por cada uno de ellos, además de un banderín; tesoros infantiles que guardé con celo y que por ahí deben andar perdidos en algún baúl.
Cuando tuve la oportunidad de ir a la ciudad de México a estudiar a la UNAM, después de ir a la Ciudad Universitaria, el siguiente sitio que visité fue el estadio del Seguro Social, el escenario de tantos juegos escuchados, tantas veces imaginado y soñado. Difícil explicar la sensación de estar en ese estadio, sobre todo para un sudcaliforniano que jamás había visto un campo de pelota con césped, mucho menos de noche. Hasta entonces comprendí porqué se le llama “el diamante”; la brillantez del alumbrado, la perfecta sincronía del campo, las líneas de cal pulcras , exactas y el graderío rojo -de los Diablos- de un lado y azul del otro; era algo alucinante, una de las experiencias mas bellas; una especie de deja vu anunciado, buscado, imaginado que alcanzó el clímax cuando vi a El Mago Septién entrar a la cabina de trasmisión junto con Enrique Kerlegand, el anotador oficial y un Toño de Valdéz casi adolescente que hacía sus pininos.

Por fortuna, una vez establecido en la ciudad, me tocó vivir bastante cerca del estadio y fueron muchas tardes que de regreso de la escuela, llegué al estadio, con mochila y todo, muy temprano a esperar sentado en sol general -3 pesos- a que iniciara el juego, a “la hora mágica del beisbol”. Mientras hacía tareas, pasaba apuntes o me echaba un sueñito reparador, los jugadores calentaban, platicaban entre ellos, los trabajadores del estadio arreglaban el campo, los umpires hacían calistenia y esperaba el play ball que tantas veces escuché en la radio.
Entrados los setentas, fue una mala época para los Tigres. La academia de beisbol de Pastejé no dio los frutos esperados y sin inversión, el equipo se vino abajo. Era normal que los Tigres se mantuvieran a diez, quince juegos del primer lugar pero la “guerra civil” –los encuentros Tigres-Diablos- era otra cosa; esos juegos eran de garra, emoción y gritos destemplados. La única vez que el estadio se veía abarrotado y animado.
Aún así, pude ser testigo del bateo inteligente de J.J. Bellacetin, del crecimiento como jugador de Matías Carrillo, eterno aspirante a jugador de grandes ligas; el “churro” de Celerino Sánchez para sacar outs en la primera base; atrapadas increíbles del super ratón Zamudio, juegos completos de uno o dos hits de Alfredo El Zurdo Meza –cachanía también-; los pleitos de El Chito García con el Musulungo Herrera, un umpire negro, corpulento que creía en la santería; y desde luego, las ocurrencias que el público gritaba, desde el “¡ai va el agua de riñón!” hasta el “¡que batee El Pájaro!”, El Pájaro era el batboy, el grito surgía cuando Los Tigres dominados por el pitcheo rival, enfadaban a sus aficionados; los taquitos de canasta de tres por peso de debajo de la rampa y muchas noches de buen beisbol, otras de palizas a Los Tigres que luego, como se sabe, tuvieron que emigrar del DF.
De el lado de Los Diablos, vi a Ramón Arano, Enrique Romo, Fernando Villaescusa, Daniel Fernández, Kalimán Robles, el Abulón Hernández, Nelson Barrera, el Zurdo Ortíz y muchos otros grandes jugadores, rivales del Tigres que hicieron de la “guerra civil”, juegos reñidos como apasionados, eso que solo se puede percibir en el calor del estadio...y en la radio de la infancia, con la imaginación viva y la ingenuidad de la edad.
Todos los años esperábamos el juego de Los Cómicos contra Los Luchadores. Por una módica cantidad, antes del juego principal –Tigres-Diablos- podíamos ver a los cómicos mas populares de México jugar tres entradas. Ahí estaban Resortes, Vitola, el enano Santanón, Cepillín, Pomponio, Kíkaro y muchos otros que hacían sus monerías corriendo, bateando, haciendo trampas y provocando carcajadas en el público, especialmente los niños que eran legión y que en esa ocasión entraban gratis.

Sentado en las butacas azules de Los Tigres, nunca dejé de evocar las noches en San Ignacio con la oreja pegada a la radio, comiendo naranjas con chile y sal, mientras los adultos jugaban dominó y me preguntaban las incidencias del juego, que anotaba rigurosamente en la contraportada de la revista “Hit”, eso, solo si los “gringos” no se metían y el clima era benigno o al radio no se le iba “la onda” y no teníamos que mover la antena, porque ciertamente, la onda volvía cuando le daba la gana. Ya lo sabíamos.

viernes, 6 de febrero de 2009

Hombre Delgado al Garete

Entre las novedades editoriales que este blog ha recibido, se cuenta el libro de cuentos “Hombre delgado al garete”, escrito por Juan Melgar que salió a la luz a finales del año pasado. Ganador del Premio Estatal de Cuento 2007”, muestra nueve cuentos, uno de los cuales le da título al libro.
Escritor sudcaliforniano, conocido en el ancho público por sus incursiones en periódicos y revistas de toda catadura; sus crónicas de Los 7 pilares -la cantina mas guarra y dicharachera de este iluso puerto- han merecido ya, la antología y el reconocimiento del culto –escaso pero muy exclusivo- mundo de las letras.
Este volumen parece desprovisto de los personajes con los que el lector asiduo identifica a Juan Melgar: El Parara, La Doñita, El Juntabotes, o el joven universitario de El Calandrio, con los que arremete la crítica social, habla de la gente, cuenta mentiras, se queja del gobierno, pontifica, filosofa y hasta da consejos a través de una garigoleada y sabrosa prolijidad sudca. Aunque cuando se le hinca el diente a “Hombre delgado al garete”, en algunos de los cuentos hace una misteriosa y fantasmagórica aparición una especie de chamán yaqui, que recuerda al viejo sabio sonorense del pensamiento profundo y palabra breve que recala con frecuencia en “Los 7 pilares”-
En “Hombre delgado al garete” se puede constatar el depurado estilo de Juan Melgar. Apantalla por el ritmo aplicado sobre una prosa aseada, sin artificios de escritor culto. El prodigio surge aparentemente sin esfuerzo; se comprueba así que la eficacia está en la sencillez, algo que el lector agradece sin despegar los ojos del relato.
La temática es de lo mas variada, sin embargo, los hechos, los personajes se mueven en dos constantes, la Baja California y el mar, dos pasiones, dos amores con los que Melgar va desde el realismo histórico a la ficción jocosa; la emoción del suspenso al drama de la muerte solitaria. Aun así, los cuentos de “Hombre delgado al garete” ocupan múltiples y diferentes universos: el cosmopolita aventurero español de insólita profesión de cuenta-cuentos, encontrado en un bombardeo en Panamá; el aventón de un barco ballenero a un indio yaqui por la costa de California; la épica batalla del Cerro Amarillo donde los muleginos defendieron con garbo y patriotismo del bueno los pendones nacionales; la historia de un náufrago que salió de Santa Rosalía y fue rescatado casi sin vida solo para acometer tremenda aventura por el Golfo de California; un peculiar Robinson que llega a Cabo San Lucas; la muerte de un científico del siglo de las luces en los pedregales californios; un pingüino que un día, así como así, arribó hambriento a un pueblo de pescadores del Pacífico Norte y la armó en grande.
Aunque el lector sudcaliforniano encontrará imágenes, expresiones y lugares familiares, la espléndida prosa de Melgar, sin duda, mantiene el tono del escritor universal y los merecimientos para conmover y maravillar mas allá del charco, mas allá de “la cortina de cholla.
Así sea.








viernes, 30 de enero de 2009

Insoliteces

A finales del año pasado, por las calles de La Paz circulaba un vehículo en venta con la siguiente leyenda: "Soy chilango y ya me quiero ir"



Los prejuicios, las monomanías antichilangas no siempre muestran en todo su esplendor, los efectos del rechazo que con tanta frecuencia ocurre en la llamada provincia contra los oriundos del Distrito Federal. Esta condición poco civilizada; retrógrada en tiempos de Obamas en Casa Blanca, mujeres en primeros ministerios, desfiles pro orgullo gay y de exaltación de la tolerancia y los valores de la democracia, se atenúa cuando el humor y la distensión, concurren para ahuyentar las obsesiones antichilangas que tan mal nos pinta a los sudcas autollamados “bien nacidos”.
En ocasiones como esta, el impulso antichilango de los sudcas es utilizado, con chilanga creatividad en el afán de vender el carro –el coche, hijo- a la brevedad posible. Como se puede ver en la fotografía, el defeño propietario, como parte sustancial de la ganga, en la compra del vehículo ofrece, ipso facto, su chilanga ausencia.


Como es natural, no pudimos conocer con precisión los resultados de las gestiones de compraventa vehicular, pero la mercadotecnia que apela a lo mas peludo del corazón, a lo mas negro de los sentimientos sudcalifornianos, lleva consigo una buena dosis de éxito. Algunos sudcas comentaban a su paso que bien podrían los vecinos del chilango vendedor, reunir parte de sus ahorros y hacer una "vaquita" con el fin de cerrar la operación comercial y así reducir la densidad demográfica chilanga en estos páramos desérticos de la Baja California Sur.


jueves, 22 de enero de 2009

REGRESO

Por motivos ajenos a las ganas y al talante del bloguero, este espacio dejó de publicarse unos meses. Ya está de regreso para los amigos que lo leen y que se comunican tanto para criticar lo que aquí se escribe como para felicitar la apertura de un espacio eminentemente sudca donde plasmar inquietudes, broncas, informaciones y lo que salga de la caja de pandora que es esta seca y pedregosa media península.

El motivo por el que este blog se estancó está intimamente relacionado con la firma HP, fabricante de mi equipo cibernético.

Verán: hace un año y cacho adquirí un buen -en el papel- equipo portátil; chorrocientos bytes y
millones de gigabaytes en el ram y en el duro, además de un procesador chingón, cámara integrada, dvd + RW +RL y mucho mas dispositivos que se escondían en un perfecto rectángulo color plata y portada blanquesina marmórea, elegantona y apantalladora -pa que mas que la verdad-. Loco de contento con su cargamento de felicidad, el bloquero se dispuso a usar tan tremendo equipo que llegó a costar cerca de quince mil pesos mas el agio de los intereses del plástico de bancomer.
Exactamente al año de usar el refinado y exquisito armatoste, empezó a malfuncionar, aunque antes ya se le habían caído dos teclas (mayúsculas y tab) y los hules de la base.

Puesto a reclamar el esperpento, la factura acudí a Microsistemas, lugar de la adquisición. El encargado respondió, hasta eso con cara compungida que "el problema parece ser del sistema pero HP no tiene en La Paz ninguna representación y menos servicio técnico" - y entonces por qué venden ustedes esos productos- alcancé a decir -nomás-. Faltaba una semana para que expirara la garantía que finalmente expiró en un intento de revisión de parte de un taller que se encuentra en la calle Altamirano casi esquina con 16 de septiembre donde se me dijo que no había caso, que el asunto era difícil. Acto seguido me cobró 300 pesos.

En eso me envían a mi correo una encuesta de HP acerca de sus productos -había adquirido además una impresora- a la que respondí a todas las preguntas con 0 (del 1 al 10...empezaban todas las cuestiones), aproveché para explorar la página web de HP y me encontré en la maraña cibernética, una página que anunciaba con letras pequeñas que el producto HP pavillion dv6420la Notebook" el de la serie GM podía tener un defecto y que los síntomas eran los siguientes: tarda para arrancar, se apaga el wireless y otras linduras. Todos los síntomas tenía mi elegantísimo aparato de "edición limitada"

La trasnacional ponía a las órdenes de los usuarios adquirientes un teléfono al cual, ipso facto, llamé. Desde luego que respondieron con la consabida: presione 1 si es usuario personal, 2 si es empresa. Presioné el 1 donde empezaba otra cantaleta: presiones 1 si llama del DF, 2 si llama de provincia. Presioné el 2 y otra: 1 si es heterosexual, 2 si le hace agua la canoa, etcétera hasta que finalmente di con servicio de reparaciones o algo así.

Después de una inquisisción de alguien que no era una voz impersonal y que se identificó con su nombre quedamos en que enviarían mediante una empresa de mensajería, una caja en donde debería depositar el pavillion defectuosa y así se hizo. Dicho movimiento se efectuó el 28 de octubre de 2008.
Esperé paciente los 15 días de plazo máximo que la propia HP se adjudica para arreglar los desperfectos. Pasaron los 15 días y nada. pasaron otros 5 mas y nada, así que decidí hablar al teléfono (Centro de tecnología) donde se me pidió el número de orden de servicio y otros datos para que luego me respondieran que no, aun no estaba reparada.
A la manera de Job pasaron otros quince, volví a hablar al dichoso número pasando por el filtro del "presione el......", la misma respuesta. Se acercaba diciembre y cada viernes llamaba para preguntar por mi "edición limitada" y del otro lado se me respondía que "la pieza no llegaba". Como si fuera el taller de mi amigo El Piojo que arregla licuadoras, planchas, radios, TV y hasta hornos de microoondas que a fuerza de echar a perder, finalmente aprendió a reparar -eso dice-.

Cada vez mas encabronado les respondía que me la enviaran así como estaba y una retahíla -ya encarrerado- de palabrotas -destinadas a la empresa, desde luego- ante el empleado que simplemente me escuchaba, supongo que con el callo del oído y la sintonía puesta en "me vale madres".

Pasó diciembre y nada.



Finalmente el día 19 de enero llegó por mensajería -igual como se fue- un paquete que contenía la dichosa pavillion edición limitada, supuestamente arreglada, que además contenía un papelito con una palomita en un cuadro que decía "reposicion de tarjeta madre"....ni las teclas caídas le pusieron los muy culeys de HP invent.

La máquina se conecta a internet, abre todos los programas pero todavía tarda en prender; ahora se bloquea cuando menos lo espero y la ruedita del tiempo de window vista se queda dando vueltas en el programa menos pensado y de ahí no da ni para atrás ni para adelante; el DVD ya no sirve y la batería ya no le dura ni 15 minutos. No está peor pero, como canción del Buki, no saca de ningún apuro
Traté de hacer una denuncia en línea por la Procuraduría del Consumidor pero me piden que escanee cuanto papel desde mi identificación del IFE, la factura y números de orden etc y la verdad me da gueva. La verdad es que no he ido a poner la demanda a la Profeco por incredulidad y desconfianza en las instituciones de la república, aunque de todas maneras la pondré....por no dejar.

Finalmente me enredé con otra laptop porque mi vieja PC es muy lenta y anciana, sirve para el trabajo fecundo que espera, en su participación, un cheque o pago en matálico; para el ocio y el blog está mi nueva laptop de la firma Dell que espero, esté mejor fabricada por chinos mas
espabilados o indios -de la India- mejor entrenados por los neolibrales de Silicon Valley. A HP invent solo le deso que quiebre; que la crisis la desaparezca; que al presidente y accionistas mayores se les pudra el fundillo y que nadie les compre nada y el carro que tienen en fórmula uno llegue, la proxima temporada en el último lugar. ¿que más?.

Si la Dell me sale buena, el blog seguirá sin interrupciones.

PD. en efecto Cali, es CONDOHOTEL y no econhotel como este bloquero escribió. Perdón -aunque como dijo otro lector, "no es lo importante"
En efecto, hay quien piensa que cualquier cosa que abra fuentes de trabajo es bueno; hay quienes pensamos que no. Que las leyes se hicieron para cumplirse y no son suceptibles de votos, encuestas ni referendums. Que los gobiernos tienen el deber -mucho mas uno que se dice de izquierda (?)- de defender los deseos de los ciudadanos frente a la voracidad de los empresarios y ganones de siempre.