viernes, 13 de junio de 2008

La Revolución en el norte de Baja California Sur

La Baja California Sur era un territorio ignoto -mucho mas que hoy- de tal manera que los grandes episodios históricos que han marcado a México, en estas tierras, apenas si se supo de ellos. La vida colonial transcurrió con el tiempo de las ordenes religiosas que fundaron los pueblos; el movimiento de Independencia apenas fue una noticia escueta; la reforma transcurrió sin sobresaltos o la revolución que convulsionó al país, aquí suscitó levantamientos aislados, como sucedió en el norte de Baja California Sur.



Algunos revolucionarios sonorenses, quizás operarios mineros, en 1913, llegaron de manera clandestina a San Ignacio con el fin de atacar la compañía francesa el Boleo producto de una concesión porfirista con grandes ventajas para dicha compañía. La sobreexplotación obrera era la tónica de la empresa minera, donde empezaron a aparecer proclamas revolucionarias que alertaron a la gerencia de El Boleo, mientras en San Ignacio, los revolucionarios sonorenses´convertían el pueblo en cuartel y ganaban adeptos en los vecinos de la región.


El Boleo que controlaba toda la vida política, económica y social de la región, se armó y contrató guardias, además que era apoyado por ejército y la policía local. Aumentaron la vigilancia en las costas y los caminos, cualquier desconocido era detenido, revisado e interrogado,. mientras que desde las costas de Sonora, por la zona de Bahía de los Ángeles, seguían llegando militantes sonorenses que formaban una guerrilla, después remanantes del ejército constitucionalista liderada por un tal Luis S. Hernández, formaron una tropa que llegó a 150 hombres donde militaban algunos anarquistas provenientes de las luchas mineras que iniciaron la Revolución Mexicana.


El Boleo -en su afán expansionista- había despojado a algunos rancheros de sus tierras, de tal manera que los revolucionarios utilizaron estas amenazas bolerianas para añadir vecinos al movimiento en San Ignacio. En principio, los combatientes fueron recibidos como salvadores y el pueblo se hacía cargo de su avituallamiento.


En octubre de 1913 se efectuó el primer ataque a Santa Rosalía, el resultado de la reyerta dejó 31 muertos y 2 heridos de parte de los rebeldes, 6 muertos y 3 heridos por parte de los soldados y un policía de la gendarmerìa local. Los rebeldes regresaron a San Ignacio a refugiarse, esperando que los obreros de Santa Rosalía efectuaran rebeliones mediante la guía de Manuel F. Montoya -contacto rebelde- pero este fue cañoneado desde un barco atracado en el puerto y muerto junto con Gaspar Vela el 27 de octubre, después las aprehensiones en Santa Rosalía estuvieron a la orden del día.


Mientras, en San Ignacio, en su afán de rehacerse, los rebeldes trataban de ganar mas adeptos a la causa y Luis S Hernández había viajado a Sonora con la promesa de regresar con 200 hombres que aseguraran la victoria sobre Santa Rosalía. Así, el movimiento en San Ignacio quedó a cargo de Pedro Altamirano, originario de ese pueblo. Los ataque se pospusieron una y otra vez; la espera de Hernández con personal y parque se alargó; una disputa por el liderazgo empeoró las cosas entre los rebeldes y durante la primera mitad de 1914 no pudieron organizar ninguna incursión a El Boleo.


Los pobladores de San Ignacio exasperados y molestos con los revolucionarios que nada hacían y había que mantenerlos, empezaron a recelar de sus "salvadores" que finalmente fueron repudiados por los ignacianos que no quisieron saber nada de ellos.


Mientras la compañía El Boleo, por mediación del embajador francés recibió mas ayuda del ejército federal y llegaron a armar hasta los dientes a cerca de 300 defensores del puerto y la empresa. Hernández nunca regresó; los combatientes desaparecieron cuando el pueblo finalmente les negó la ayuda y para junio de 1914 solo permanecía armado Pedro Altamirano y unos cuantos hombres vecinos de San Ignacio que podían ser aplastados fàcilmente por las tropas federales.


Sin embargo, los acontecimientos en el centro del país y el otro movimiento revolucionario que había iniciado Félix Ortega en el sur, hicieron que mediante un pacto con El Boleo, los rebeldes de San Ignacio depusieran las armas el 8 de agosto de 1914.

Un episodio desconocido, investigado y documentado por la maestra Edith González


Fuente:
(Seminario de Historia regional. Estudios de Historia Sudcaliforniana)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Creo que aprendí más hoy en este blog de bcs, que lo que me enseñaron en la escuela...

Me tendre que poner a leer, no dudo que amelie sepa mas que yo de mi estado, y tanto que lo defiendo y presumo, felicidades por el blog me gusto mucho

y es cierto cuando vienes en carretera desde el norte y llegas a san ignacio es otra cosa...

me despido y de nuevo muchas felicidades por el blog

atte verito tuchmann