jueves, 19 de junio de 2008

Comondú. Pueblo Blanco

A un comundeño; excelente anestesiólogo y mejor amigo

El pueblo de Comondú subyugó a Fernando Jordán, tanto que le llamó Shan-gri-la, tanto que en el capítulo que dedica a Comondú tuvo que poner un pie de página cuando advirtió que había perdido la objetividad con que se prometió hacer la Biografía de Baja California.
Hoy Comondú solo se conoce en la región por el nombre de uno de los cinco municipios que componen Sudcalifornia, un pueblo blanco de Serrat, que bajo un cielo que a fuerza de no ver nunca el mar se olvidó de llorar. Situado a mas de 200 kms al norte de La Paz, en el oeste pero a unos cuantos kilómetros del Océano Pacífico, Comondu yace en una hondonada compuesto por San José y San Miguel, comunidades de no mas de 200 personas separadas 2 a 3 kilómetros una de otra.
Desde principios del siglo XVIII los jesuitas encontraron este oasis donde recalaban los neófitos, Juan María de Salvatierra, ese santo barón que convencía con indulgencias y promesas eternas a los ricos de Jalisco y Nayarit para que cooperaran con la empresa de cristianizar a los indígenas californios- emprendió el proyecto y ayudado por Juan de Ugarte, persuadieron a un tal Marqués de Villapuente para iniciar la misión en 1708, que tuvo un destino similar a casi todas, el fracaso.
Para 1830 la misión estaba abandonada, mestizos y peninsulares se hicieron de los bienes de la iglesia que regularizaron con laa leyes de reforma que promulgaría Juárez en la segunda mitad del siglo XIX.
Uno de los gobernadores mas folclóricos que tuvo el estado –cuando era territorio- Juan Domínguez Cota, quizás acicateado y entusiasmado por las tesis de Garrido Caníbal, se le ocurrió derribar parte de la misión, para que con la piedra que se extrajera, hacer una escuela, así lo hizo con una de las naves, producto de un ambicioso trabajo de ingeniería jesuita, apenas se aprecia su ubicación. Las viejas familias comundeñas han guardado algunas reliquias como cuadros, trozos de retablos, enseres litúrgicos.
No hay ríos de leche como en el edén de Omar Kayam pero hay vino, la mejor aceituna, grandes aguacates, dátiles, queso de cabra, naranjas en toda estación que solo es una. Suficiente para lo que se ofrezca.
Hoy con 300 a 400 habitantes, Comondú funciona con una precaria economía medieval, donde casi no circula dinero y la autonomía productiva es el signo de este paraíso del que los jóvenes se van en cuanto las hormonas revolotean.
Eso si, médicos pasantes, profesores y otros profesionistas que han tenido que hacer sus pininos en Comondú han salido de ahí, por lo menos haciendo promesas cuando no con un anillo matrimonial y el corazón henchido y alborotado. A mujeres bellas no les gana nadie –lo afirmaba Jordán- y lo confirman su descendencia emigrada en otros lares que, de vez en cuando, regresan a conocer el pueblo blanco de sus abuelos, de los Verdugo, de los Prepulí, los Mayoral, los Meza.




Pueblo Blanco
Por Joan Manuel Serrat

Colgado de un barranco
duerme mi pueblo blanco

bajo un cielo que a fuerza de no ver nunca el mar,

se olvidó de llorar.
Por sus callejas de polvo y piedra


por no pasar, ni pasó la guerra,

sólo el olvido

camina lento bordeando la cañada,

donde no crece una flor

ni trashuma un pastor.
El sacristán ha visto


hacerse viejo al cura,

el cura ha visto al caboy el cabo al sacristán,
y mi pueblo después

vio morir a los tres,

y me pregunto: porqué nacerá gente

si nacer o morir es indiferente.
De la siega a la siembra


se vive en la taberna,

las comadres murmuran

su historia en el umbral,de sus casas de cal.
Y las muchachas hacen bolillos


buscando, ocultas tras los visillos,

a ese hombre joven

que noche a noche forjaron en su mente,

fuerte para ser su señor

y tierno para el amor.
Ellas sueñan con él


y él con irse muy lejos,

de su pueblo y los viejos sueñan morirse en paz,

y morir por morir

quieren morirse al sol,

la boca abierta al calor, como lagartos

medio ocultos tras un sombrero de esparto.
Escapad gente tierna


que esta tierra está enferma,

y no esperéis mañana lo que no te dio ayer,

que no hay nada que hacer.
Toma tu mula, tu hembra y tu arreo,


sigue el camino del pueblo hebreo

y busca otra luna,
tal vez mañana sonría la fortuna
Y si te toca llorar,es mejor frente al mar.
Si yo pudiera unirme

a un vuelo de palomas,
y atravesando lomas
dejar mi pueblo atrás,
juro por lo que fui
que me iría de aquí,
pero los muertos están en cautiverio
y no nos dejan salir del cementerio.

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