Un partido
que unificado –como sea- llegó a mantenerse dos sexenios en el poder, con
elecciones intermedias que ganaron de calle y que, al pretender iniciar un
tercer sexenio, la unidad que había estado prendida, ciertamente, con
alfileres, finalmente estalló en mil pedazos por causas atribuibles a los
propios militantes: a los liderazgos que buscaban como en el caso de Leonel
Cota, regresar por sus antiguas glorias o el caso de Narciso Agúndez que,
envuelto en las suspicacias populares, corrió por sus intereses personales a
los pactos con la oposición, o las corrientes que, convencidas de sus verdades
indiscutibles, lanzaron candidaturas inviables o la propia dirigencia que,
echada en brazos de Narciso Agúndez, desestimó las voces críticas que
aconsejaban pintar su raya respecto del ejecutivo que, en su salvación, le
importaron mas sus afanes patrimonialistas y finalmente, la estampida de
búfalos de quienes habían llegado de la misma manera a la formación de
izquierda.
Cuando ante
la descalabro catastrófico, ante una debacle similar –pérdidas de tres
presidencias municipales, trece escaños en el congreso y la gubernatura-
cualquier dirigente, gerente, director o presidente, por estrategia, por
decoro, tendría que haber renunciado apenas constatados los perniciosos
resultados de su gestión, la militancia, los órganos internos, anonadaos,
estupefactos, dejaron correr medio año a una dirigencia que nada o muy poco
podía hacer ya por el partido; Adrian Chávez se convertía así en una imagen de
la derrota, en un valedor de Narciso Agúndez; en el administrador de unos despojos
que ya no eran útiles ni para los militantes, ni para la interlocución con
otras fuerzas políticas, mucho menos para la crítica del gobierno actual.
Apegados a los estatutos, esta dirigencia dejó que los grupos que se habían quedado con una parte del pastel, es decir, el grupo de Los Cabos, se reorganizara. El grupo Los Cabos, en manos de un hermano del exgobernador heredaba el poder perdido; el grupo Los Cabos se convirtió en un refugio de desempleados, el único con los recursos suficientes para emprender la conquista de las sobras del PRD. Quizás este fue el algoritmo que siguió la dinámica del poder para finalmente, coronar a Rosa Delia Cota Montaño, presidenta del PRD de BCS.
Rosa Delia Cota M. Si bien es cierto que Rosa Delia ha tenido una carrera propia también es cierto que los cargos mas importantes, los que ha conseguido bajo la influencia de su hermano Leonel Cota, un político que mientras tuvo poder siempre se preocupó por el clan familiar. Es hasta la loca carrera que emprendió Leonel para influir en las candidaturas del 2011, en la que a despecho de Rosa Delia, apoyó a René Núñez expresidente municipal de Los Cabos, fue cuando la dupla Leonel-Rosa Delia pareció vivir sus peores días. Por lo tanto, la conquista de la dirigencia del PRD estatal, debe ser para Rosa Delia, su mejor triunfo, es decir, despojada de la sombra de su hermano.
Aunque egresada de una universidad local, Rosa Delia no es exactamente una teórica política. Su carrera se ha realzado en el contacto directo con la población, en la organización de redes de apoyo, en la práctica política. Su discurso distintivo es feminista, quizás su parte más izquierdista. Ha sido una política pragmática, con capacidad para organizar al pueblo desde abajo, con el conocimiento que le da su origen humilde y el aprendizaje en el clan.
El clan Cota Montaño que tiene sus orígenes a principio de la década de los setentas cuando Juventino primero y Leonel Cota después, influenciados por lecturas y compañeros relacionados con movimientos de izquierda, tomaron conciencia política e iniciaron un activismo militante que no ha parado, como se sabe, en diferentes frentes, en diferentes partidos. La influencia de los hermanos es decisiva en la formación política de Rosa Delia y desde luego, en el espíritu de clan que ha llevado a los Cota Montaño a lo más alto del organigrama político sudcaliforniano.
Rosa Delia es la primera del clan que ingresa al PRI, se destaca en el sector feminista y en la organización de colonias populares. Sus primeras acciones políticas de renombre se despliegan como dirigente de la Alianza Democrática Sudcaliforniana fundada a finales de 1998, una organización paralela al PRI que lanzó a Leonel Cota en 1999 a la gubernatura, por el PRD.
Llega a la presidencia municipal de La Paz en el 2007, después de haber sido diputada federal y local, en medio de las pugnas del clan Cota Montaño con otras fuerzas del partido. Tales pugnas hicieron crisis en el 2010 con la alineación de Rosa Delia con el Frente Democrático Sudcaliforniano que encabezara Leonel Cota, con la que pretendía influir en las candidaturas del PRD.
Como alcaldesa, se convirtió en una crítica constante del gobernador Narciso Agúndez. Los conflictos con el gobernador fueron del orden de la falta de apoyos a su gobernanza, incluso, acusó de envidia de su propia popularidad al gobernador.
Elección. Sin mayor reorganización, con las
mismas estructuras con las que dejaron hacer y dejaron pasar a Narciso Agúndez;
con el mismo Consejo Político que tantas pifias cometió; con las mismas
estructuras que colocaron candidaturas inviables como la de Luis A. Díaz o Ricardo
G. Higuera fueron a las elecciones estatutarias.
Se
presentaron, además de Rosa Delia, Miguel Albáñez, Joaquín Manríquez y Alfonso
Alcántar. A la reunión asistieron 86 de un total de
103 consejeros. Obtuvo el primer lugar, la fórmula encabezada por Rosa Delia
Cota M. el segundo lugar, Joaquín Manríquez P. se queda con la Secretaría
General. Trascendió de inmediato que el voto que llevó al triunfo a Rosa
Delia, surgió del Grupo Los Cabos, la más poderosa corriente del PRD sudca.
De esta
manera se sellaba una alianza política que se antojaba difícil pero que, bien
vista, es una buena oportunidad que tienen los políticos perredistas para
mantener la franquicia. Tanto Rosa Delia Cota como Antonio Agúndez, las cabezas
visibles de dicha alianza, se han alejado de los círculos perredistas que
apoyan a López Obrador y su organización MORENA. Los afectos a AMLO han
preferido pasarse a Convergencia –Movimiento Ciudadano- con lo que se divide
aún más las corrientes de izquierda sudcaliforniana.
Las inconveniencias. En este país y casi en cualquiera del
mundo democrático, las gobernanzas terminan, generalmente con señalamientos de
las mayorías. Muy pocos gobernantes terminan con buenos números en las
encuestas y el caso de Rosa Delia Cota, es similar a cualesquiera de ellas. Por
eso, la posibilidad de llevar por buen camino al PRD será difícil para quien
seguramente recibirá –ya los recibe- señalamientos de corrupción en su
administración. La dirigencia perredista se convertirá en un blanco fácil para
la oposición, puesto que la historia aun no ha hecho su trabajo para el cual se
necesita, entre otras cosas, tiempo.
Cuando el PRD
fue a examen en las pasadas elecciones, fue reprobado por la ciudadanía,
situación de la que no se puede excluir la gobernanza de Rosa Delia Cota. El
PRI, encabezado por Estela Ponce, se posesionó de la presidencia municipal de
La Paz y tiene en proceso una serie de auditorías que están por saberse sus
resultados que no parecen ser halagüeños para la administración de Rosa Delia.
Han filtrado algunos datos preliminares que hablan de préstamos personales y
desvío de fondos que, por lo menos, requieren de explicación
La dirigencia
perredista tendrá que utilizar buena parte de su tiempo, de su capital político
y el de la propia institución en defenderse de los embates de la oposición que
le tiene a su merced.No parecía, por lo tanto, un buen momento para que tome posesión del PRD una militante con trabajo político controvertido. La situación del PRD estatal es tan trastornada que se requería alguien con la capacidad para la unificación, que no es el caso de Rosa Delia que ha sido una política aguerrida, impugnada, desgastada por la lucha política. La mesa estaba servida para quien no tuvo puestos públicos en los gobiernos perredistas, ni demasiados agravios o compromisos con las diferentes tribus del PRD; con la preparación suficiente para alinear al partido en los idearios de izquierda.
Con la elección de Rosa Delia Cota M. el PRD se decanta por el pragmatismo, por las triquiñuelas de la política local, por las limitaciones de la política provinciana. Lo que menos necesita el PRD sudca en este momento de su existencia.
Tendencias del PRD. Se abren múltiples interrogantes respecto de la tendencia que asumirá la dirigencia capitaneada por Rosa Delia Cota. Las corrientes del viejo perredismo están descontentas; los doctrinarios, los llamados verdaderos izquierdistas; es decir, aquellos que nunca pertenecieron al PRI, que proceden de organizaciones de izquierda; con antecedentes en las barricadas, en los plantones, en la huelga; con un bagaje cultural enmarcado en la izquierda. Ese viejo perredismo que se vio envuelto en la vorágine priista que alguna vez lo eclipsó, está de nuevo, bajo la batuta de los expriistas que detentaron el poder real en los gobiernos perredistas locales.
En estas circunstancias valdría la pena preguntarse cuales fueron los puntos de acuerdos que generaron la unión de Rosa Delia y los perredistas cabeños, dirigidos por Antonio Agúndez, alcalde de Los Cabos. Bien sabido es que los afectos entre Rosa Delia y Narciso no eran de lo más bien llevados; mucho menos, las querencias entre Antonio Agúndez –el poder real del PRD- y Leonel Cota, el jefe del clan. De esta manera, los dos políticos que se mantuvieron en el segundo plano, respecto de sus hermanos, dirigen hoy la formación de izquierda.
Ambos, Antonio
Agúndez y Rosa Delia Cota, son hermanos de ex gobernadores y ambos tienen
acusaciones que van desde sospechas de influyentísmo, manejo fraudulento de fondos y de votos,
hasta de torpeza en su accionar. Es normal que se piense que ambos, obedezcan
aún a sus hermanos Narciso y Leonel; que dicha alianza es un principio de
reconciliación de los exgobernadores del PRD cuya aversión se hizo patente en
el proceso electoral pasado, factor fundamental en la caída estrepitosa del
partido. Aún así, es posible que por primera vez, Rosa Delia Cota y Antonio
Agúndez, actúen al son de su albedrío y utilicen el partido para sus ambiciones
que deben ser muchas y variadas.
Para la
mayoría de los analistas, con la asunción de Rosa Delia, apoyada por el Grupo
Los Cabos, el PRD ha dado un paso hacia el abismo. Aunque es probable que, con
el oficio político acumulado, el PRD se convierta en una franquicia que bien
manejada, consiga las posiciones políticas que permita a sus dirigentes aliarse
con factores de poder, especialmente con el gobierno panista; conseguir una
especie de inmunidad para las auditorías y acusaciones próximas.De esta manera, el Consejo Político del PRD, demuestra –de nuevo- su tino en llevar a cabo las acciones más inconvenientes para el partido. Esa vocación autolesiva tan celebrada por sus adversarios, porque no solo ha perdido el poder como lo llega a perder cualquier partido en cualquier democracia. En este caso, la derrota del PRD representa casi la desaparición de esta formación de izquierda que detentó el poder por mas de una década.
No hay comentarios:
Publicar un comentario