Antecedentes. Cuando se llevaron a cabo las últimas
elecciones generales del estado y se conjeturaba quien ganaría y quien quedaría
aquí y allá, se daba cuenta de la extraordinaria maniobra de Narciso Agúndez
para procesar su sucesión de manera que, ya exgobernador, quedara a salvo y protegido por la nueva
configuración en el gobierno de BCS. Según los enterados, Narciso había
impulsado a Luis Armando Díaz, un viejo compañero de lides políticas, brazo
derecho y amigo, quien había acompañado a Agúndez como Secretario general de
Gobierno tanto en el gobierno municipal de Los Cabos como en la gubernatura, un
hombre de su entera confianza , sin duda.
Pero una vez
emprendida la campaña, Luis Armando Díaz no dio muestras de ser un candidato que
pudiera ganar la elección, mientras Marco Covarrubias, a quien habían
despreciado en el PRD, ya se había pasado al PAN y empezaba a encabezar las
encuestas. Covarrubias a su vez, había
sido impulsado por Narciso Agúndez a la diputación federal una vez que terminó
su responsabilidad como presidente municipal de Comondú. Imposible pensar que
Covarrubias alcanzara la candidatura primero y después la diputación sin el
apoyo de Agúndez Montaño. Dicho pacto se cerró con un fuerte apretón de manos y
un estruendoso abrazo que recogieron las cámaras para eternizarlo en You tube
en donde Covarrubias Villaseñor expresa una gratitud enorme a Narciso Agúndez
por su apoyo.
Se supone que
cuando Narciso Agúndez y el PRD entendieron que no ganarían la gubernatura con
Luis Armando Díaz, que sería Covarrubias el
elegido en las urnas, desde el gobierno del estado salieron recursos
para apoyar a Covarrubias vía el secretario de Finanzas, el cual mantenía
excelentes relaciones con Covarrubias. Se mencionaban favores personales del
secretario de Finanzas con el ahora gobernador además del apoyo abierto y
espléndido no obstante ser parte del círculo íntimo de Narciso Agúndez. Así, de
esa manera, el exgobernador Agúndez se cubría el otro frente. También se
suponía que el propio PRD junto con Agúndez, negociaron desde el centro del
país, el triunfo de Covarrubias, que sacrificaron a Luis Armando Díaz dejándolo
sin recursos mientras estos fluían a la campaña de Covarrubias. Así lo
entendieron la mayoría de analistas políticos de la entidad.
La caída en desgracia. Si la maniobra de Narciso Agúndez
era una estrategia maestra, ¿Qué fue lo que salió mal? ¿De dónde vino la
decisión de acusarlo y meterlo a la cárcel?
Habitualmente cae a la cárcel el político en
desgracia, casi nunca nadie cae en el ejercicio del poder, entonces, siempre caen los ex presidentes,
exgobernadores, exdiputados etc. Por lo
tanto, para meter a la cárcel por mal uso del poder a un político se requiere
de voluntad –política- de quienes en ese momento ejercen el poder.
Es difícil de
creer que un responsable y servicial funcionario de gobierno que monitorea los
bienes inmuebles del estado, un día se dio cuenta que había algo irregular en
terrenos de Los Cabos, que estos habían sido vendidos a un costo muy inferior
al real, que una vez investigado el misterioso asunto dio con los culpables.
Así, raudo y valiente, como ciudadano ejemplar se apersonó ante el ministerio
público para presentar una demanda contra “quien resulte responsable”, culpables del despojo al estado. Por su parte,
el ministerio público, comprometido y solidario con la ciudadanía y los bienes
que corresponden a la patria, dieron curso de manera “rápida y expedita” a la
demanda del ciudadano ofendido; el
Procurador de Justicia, sin importar el linaje ni los galones de los acusados
investigó de manera impecable –e implacable- el delito que concluyó con Narciso Agúndez y
Porras en el bote.
Cuesta creer
una versión como la anterior. Es más fácil imaginar que un ciudadano
comprometido con su trabajo va a acusar de peculado a un ex gobernador y por
las instancias justiciaras que va pasando, la gente, los funcionarios se atacan
de risa. Pero esta vez no pasó así. Gamil Arreola –el llamado “abogado del
estado”- celoso de su deber, convertido en un paladín patriótico, en un severo
guardián del bien común procede a mover la maquinaria dela representación
pública y consigue, con sus inapelables investigaciones meter a la cárcel no
solo al exgobernador, sino también a su secretario general de gobierno Alfredo
Porras.
La Patada de Narciso Agúndez. No es que sea increíble que existan
funcionarios lamidos y rateros, es que sabemos que la ley es selectiva en estos
asuntos donde se involucran a los políticos. En el caso de Narciso Agúndez, se
sabía de sobra su afición casi patológica a hacerse de terrenos valiosos. Pero
en el terreno político, ya ex gobernador, maniobró para pasar al Partido verde Ecologista y de esa manera
impulsar al candidato del PRI, al igual que el grupo político Los Cabos.
Pretendía ligar una senaduría o el fuero que conlleva el cargo.
Entre las
escasas apariciones públicas de NAM ya exgobernador, está la “patada” que propinó a un letrero de
El Coromuel: diez días antes de su aprehensión apareció en los medios que
Narciso Agúndez, al pasar por El Coromuel –que fue rehabilitado en su sexenio-
propinó una tremenda patada a un letrero porque el tal anuncio prohibía los clavados,
cuando el guardia acudió ante el estruendo, Agúndez lo recibió con esta
expresión: “Dile al puto de Covarrubias que yo
lo hice, y que voy a seguir viniendo y si vuelvo a ver otro letrero lo voy a
venir a quitar”. (Colectivo Pericú, 17
de mayo, 2012).
Casi dos
semanas después, NAM era aprehendido en Monterrey con lujo de movilizaciones
policiacas y trasladado esa misma noche en un avión de la PGR a los separos de
la PGJE, Alfredo Porras ya lo esperaba
acusado de los mismos delitos: abuso
de autoridad, peculado, coalición de servidores, falsedad y coparticipación en
conductas ilícitas de funcionarios públicos relacionados con la enajenación de
predios en el municipio de Los Cabos. Por tales delitos ya había sido
inhabilitado desde diciembre del 2011 por la Contraloría Estatal, para ocupar
cargos públicos. Es decir, las iras
contra NAM se materializaban en acciones que parecían justicieras, apartadas de
las valoraciones políticas y eso es lo que declaraba el procurador estatal, que
la política nada tenía que ver en el asunto. Algo que nadie cree.
Con Narciso
Agúndez detrás de las tejas culminaba el episodio de la patada al letrero en El
Coromuel.
Narciso Agúndez, ¡a la reja!. La mayoría de los ciudadanos se
alegran de ver a un político detrás de las rejas. La historia de abusos de los
poderosos en un país como el nuestro es prolija, abundante. No importa de que
partido, ni sus convicciones, ni su carta de vida. Aun si se considerara
inocente, es posible que así, de cualquier manera habría cierto complacencia
popular de ver, a quien lo tuvo todo, quien amasó un poder indiscutible durante
seis años, hoy sin poder, sin los lambiscones habituales, sin credibilidad, se
encuentre enfundado en uniforme reglamentario del Cereso. Una imagen que
embelesa al populacho.
Ya en la
cárcel se rumoraba y hasta se publicaba en periódicos nacionales –Excelsior-
que Narciso se daba vida de pachá en el penal; que atendía tanto personal externo
como interno; que tenía, en suma, demasiados privilegios, algo que los
responsables del penal, por supuesto negaban. Para la mayoría de los ciudadanos
si bien se deleitaban con la imagen de NAM en la cárcel, también suponíamos que
saldría en breve, que las condiciones habrían cambiado con el cambio de
presidente y solo faltaba saber las maniobras para extraer de la cárcel a un
político acusado de haberse robado 55 millones de pesos en unos terrenos que se
autovendió a precio de saldos.
De cualquier
manera fueron siete meses los que Agúndez y Porras purgaron en la cárcel.
Cuando llegó diciembre, la cosa surgió a modo de rumor. Pronto saldría de la
cárcel el exgobernador Agúndez como en efecto sucedió el 15 de diciembre
envuelto en un batuburrillo legal que nadie ha sabido explicar bien a bien.
Ley a la carta. Siete meses estuvieron Narciso Agúndez
y Alfredo Porras en la cárcel, se suponía que saldrían –como todos los
políticos- mediante una fianza millonaria dada la naturaleza de las
acusaciones. No fue así, salió NAM con el pago de una ridícula multa de 31 mil
pesos. El único que mostró su descontento en el gobierno de Covarrubias fue el
procurador del estado quien con el
rostro desencajado acusaba al juez Sergio Aguilar, a quien dijo “se integrará una averiguación previa contra quien
resulte responsable” o sea, el Juez y agregó; “toda vez que se violaron los
principios de legalidad, honradez, lealtad, imparcialidad y eficacia” en la
administración de justicia.
Cuando la muina del procurador se acendraba, ya Narciso estaba
declarando que era, en efecto un preso político y para más muina de sus
encarceladores, dijo también que seguiría luchando en favor de los mas
desprotegidos, o algo así, como si fuera un paladín, un mártir de causas sociales
encarcelado injustamente. Por su parte, el Juez Aguilar ponía el grito en el
cielo y acusaba al procurador de hacer declaraciones infundadas y que si
no le gustaba su resolución, que había
otras instancias de apelación. El ex gobernador era recibido por sus leales con
gritos de ¡si se pudo! mientras aclaraba que estaba libre gracias a la justicia
federal, no por la estatal. Gamil Arreola y sus jefes quedaban con un palmo de
narices.
La maniobra legal estuvo en lo que llamaron la reclasificación del
delito, es decir, convertir un delito que no admite fianza en uno menor, tan
menor que salió por un poco mas de 30 mil pesos, aunque luego se filtraría que
ni siquiera eso pagó el exgobernador.
Conclusión. El gobierno y
Agúndez. Si el gobierno estatal que dirige Marcos Covarrubias obró para meter a
la cárcel a Narciso Agúndez es imposible saberlo, lo cierto es que se usó la
procuraduría a cargo del ejecutivo estatal. Un ejecutivo estatal que tiene que
negociar –quiera o no quiera-con el presidente municipal de Los Cabos –el
municipio mas poderoso del estado- y jefe de un poderoso grupo político que
está a punto de pasarse al PRI. Seguramente el cambio en la presidencia de la
República ha sido un duro golpe para Covarrubias y asociados y por tal razón
han tenido que soportar la argucia legaloide que pone a Narciso en la calle
Si es cierto
lo del fraude al estado por 55 millones de pesos, el negocio de Agúndez y
secuaces es redondo. Si bien era difícil de creer que la denuncia de un
funcionario de medio pelo metiera a la cárcel a un exgobernador, también es
difícil de creer que la decisión de un juez –así sin más- lo libere de la
cárcel.
Todo el lance
de entrada y salida de Narciso Agúndez parece ser una faramalla orquestada
desde el poder estatal y sus pulsos contra uno de los grupos políticos del
estado. La confusión legaloide es el principal aval de los implicados en el
caso: acusadores y defensores; encarceladores y liberadores. Ninguno, ni
Narciso Agúndez ha explicado a la ciudadanía su situación legal exacta y las
verdaderas causas que lo llevaron a la cárcel; ni el gobierno estatal ha
explicado los posibles errores en la integración de la averiguación o los
puntos débiles de la acusación que hoy tienen a Narciso libre.
Por lo
pronto, la procuraduría a cargo de Gamil Arreola parece ser la más damnificada
en un pleito político que hoy parece empatado: si bien NAM salió libre, también
le propinaron siete meses en la cárcel y de escarnio público. Falta demostrar
por unos que NAM es un político preso y que NAM demuestre que en efecto, es un
preso político.
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