Han sido campañas políticamente correctas. Los señalamientos han sido velados, bien camuflados y llevan mas la intención de quedar bien con la tribuna que, vulnerar o escaldar al adversario. Los políticos en campaña ha representado muy bien la aburrida civilidad, la intrascendencia de la consideración, el disimulo de la diplomacia, y lo explican, de paso, endilgándole al público elector sus juiciosos razonamientos, dicen: “el ciudadano no quiere señalamientos ni pleitos, ni altercados, más bien desea que se le señalen propuestas, planes, programas de gobierno”.
Quizás no sea cierto y los ciudadanos, por repetitivas, entendemos que las propuestas siguen siendo vueltas a lo mismo, es decir, manuales de buenos deseos y que nos gusta más el espectáculo de la controversia, la polémica, la discusión, eso que provee sabor democrático a las contiendas electorales. Sería justo, por lo tanto, que, después de la calma chicha, los equipos de campaña se propongan la organización de debates entre candidatos, ese instrumento democrático tan útil para que, con base de otro parámetro, de otra manera que no sean los pendones que cuelgan de los postes, las cancioncitas pretenciosas, lemas tomados del lugar común o la impetuosa oratoria de los mítines, los ciudadanos podamos, con elementos más objetivos, mas acuciosos, con mejor conocimiento, tomar la decisión por quién votar el próximo 6 de febrero.
2 comentarios:
nice posting keep blogging,
Excelente articulo, gracias por publicarlo!
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