miércoles, 20 de agosto de 2008

EL VIAJE DEL PADRE CLEMENTE GUILLEN

Ya se habían edificado las misiones de Loreto y San Javier por Salvatierra, Bravo y Ugarte, a Clemente Guillén lo habían enviado a levantar la misión de Malibat o de Liguí, a 30 km al sur de Loreto. Sin embargo, Salvatierra y Bravo, empecinados en construir una misión en la Bahía de La Paz después de casi 20 años de iniciada su obra evangelizadora, usaban todas sus posibilidades.
Las dificultades para establecer la misión de La Paz -bahía muy valiosa desde el punto de vista estratégico- provenía de las enemistades y guerras frecuentes entre los cochimíes de las islas y los guaycuros playanos y estos, contra buzos perleros. Mas de 20 años de edificada la primera misión en Loreto, decidieron partir desde Loreto en la balandra “Triunfo de la Santa Cruz” los jesuitas Bravo y Ugarte y unos 8 indios asimilados pero, previendo que ante una situación difícil con imposibilidad para escapar por mar, necesitaban un camino alterno por tierra- Así, comisionaron al Padre Clemente Guillén para que buscara una entrada a la Bahía de La Paz por el complejo montañoso del centro de la península.
Así, Clemente Guillén partió con cuatro soldados españoles, 6 indios de su misión en unas 8 bestias de carga. El camino fue azaroso: el terreno tan disparejo, la falta de veredas y de guías, el temor a los ataques y la incertidumbre sobre el agua y pitanza, califican de odisea el extenuante viaje de Clemente Guillén y su gente.
Todo el viaje lo consigna día a día Guillén en su diario que se encuentra en El Departamento de Libros Raros y Curiosos y Manuscritos de la Biblioteca Nacional.
Salieron el 11 de noviembre de 1720 de Malibat o Ligui, al otro día ya habían penetrado en el país de los guaycuros: "hicimos a Santa daría Acuré, casi todo por cuestas y por lomas. Se andarían sieta leguas. Aquí comienza ya el territorio de los guaycuros, o nación cuvé".
Sin poder avanzar por la costa, se desviaron hacia el centro de la península por sierras y barrancos difíciles donde perdieron mulas que se rodaron y caballada que se lesionó. Por fin, una semana después llegan a un lugar con un arroyo y buena tierra para cultivar a la que nombró “Nuestra Señora de los Dolores”. Dice Guillén: "...tiene esta agua dos tablones de tierra que con facilidad pueden regar- Mientras se registró el arroyo, se proveyó de agua a las bestias, haciendo bateque mas arriba de donde lo hacen los barcos y canoas. Por la tarde nos mudamos arriba a Nuestra Señora de los Dolores para que la caballada tuviera agua sin escasez. Es todo el territorio lo mejor que hemos hallaldo"
Al otro día -19 de noviembre- encuentran indios enemigos que aparecen y desaparecen en las laderas, escuchan sonidos de pitos con los que éstos se llaman y reúnen. Armados los indios, Guillén logra hablar con ellos, los apacigua mediante regalos, incluso 6 de ellos accedieron a acompañarlos. Dice Guillén en esta parte: "...tomaron sus armas y trataron de retirarse; mas por medio de los Aripaquí, que acompañaban a los exploradores, se apaciguaron y llegaron a hablar"
Es hasta el día 23 en que pueden ver la costa desde lo alto de la sierra, una ensenada que Guillén llamó San Evaristo. Algunos exploradores se han perdido y ya no tienen agua. En esas condiciones los indios recién agregados desertan y los dejan a su suerte.

Para el 27 de noviembre aún no pueden acercarse a la costa, los exploradores han visto los que podría ser el seno de La Paz. Los españoles ya no soportan la fatiga y falta de alimentos. Relata Guillén "...Y como eran todas o barrancas o sierras, todo bajar o todo subir y con las armas, fue la sed de todos al volver, puesto ya el sol muy ardiente; tanto que el empeñado ardor de Don Juan Antonio de Covarrubias le faltaba ya el aliento de el de el ánimo. Otro de los compañeros españoles se imposibilitó con la fatiga al ir, y así se retiró a esperar, donde etaban las bstias, la vuelta de los que proseguían". Deshidratados, tienen que descansar el día 28 y esperan agua y caballos de repuesto. Avanzan por barrancos y cañadas que de seguir en esas condiciones, los bastimentos no alcanzarán de no encontrar pronto un paso hacia La Paz-

El día 29 se reúnen a deliberar. El dilema: seguir o intentar un regreso. Deciden continuar y cumplir la promesa a Bravo y Ugarte, acuerdan que en caso de situación desesperada, matarán bestias para comer, recogerán yuca y mezcal, esa será su subsistencia. Dice Guillén al respecto: "....obligó esta tarde a formar junta para deliberar si convendría seguir a La Paz o tomar la vuelta a Nuestra Señora de Loreto. Se resolvió que, a todo alnce, se prosiga, lo cual ha sido sobrado aliento; porque el bastimento, aunquer mas se tase, alcanzará para seis u ocho días..."
El 29 de noviembre los indios exploradores traen buenas nuevas. Han encontrado un paso a la costa a 10 o 12 leguas del lugar. El camino es mas sinuoso aun. No solo pierden bestias, algunos indios temerosos de quedar sin bastimento deciden regresar a su país.
Es hasta el día 2 de diciembre cuando encuentran agua en un paraje que llaman Santa Bibiana de las Averías, nombre apropiado, pues no encuentran el paso hacia el seno de La Paz y por la noche hay una estampida de la caballada que los obliga a juntar bestias durante la madrugada, todas mancas y espinadas.
Al otro día dan con un arroyo donde encuentran algo de pasto para las bestias. Caminan por el cajón del arroyo y a dos leguas encuentran el mar. Pero no es el seno de La Paz, han caído al norte de este, de tal manera que caminan por la playa el día 3 y 4 de diciembre, pero la falta de agua dulce les obliga a alejarse del mar y el día 5 consumen las últimas raciones de pozole.
El día 6 regresan al mar por un desfiladero donde pierden algunas bestias y a las 4 de la tarde ven el mar y enfrente la balandra en la que se trasladaron Bravo y Ugarte al Puerto de La Paz. Así lo cuenta Guillén: "...Cuando divisamos la balandra y las barracas en tierra, fue grande el regocijo , porque todos, así los soldados españoles, como los indios amigos, se hallaban muy quebrantados del mucho trabajo de la expedición"
El Padre Guillén felicita a los españoles y a los indios que les acompañaron hasta el final. Hace aquí una reflexión acerca de la fidelidad de estos indios –de origen cochimí- pues a pesar de acompañar a extraños y tener que transitar por territorios considerados enemigos, con todas las penalidades descritas, se mantuvieron en la expedición.
Grande fue la alegría cuando por fin llegaron a las inmediaciones de la bahía, mucho más cuando Clemente Guillén se encontró con sus superiores Bravo y Ugarte que se detalla así: "... fuimos todos los caminantes recibidos y regalados de su primer fundador y ministro Padre jaime Bravo, con caritativa amplitud, con que reparados del cansancio en pocos días, se aplicó la gente a tener parte en la nueva fundación...."; encuentro que se consigna el 6 de diciembre de 1721

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