Desde que el 1999 el PRD tomó el poder en BCS, en las elecciones, tiro por viaje, ese partido ha obtenido “carro completo”. Sucedió igual en las elecciones intermedias que acaban de efectuarse. Las dos diputaciones federales en juego fueron para el PRD.
Se ha convertido en un partido invencible: el PAN desaparecido; los partiditos como siempre –cachando elevaditas- y el PRI, después de la estruendosa derrota del 99, apenas está empezando a sacar la cabeza y en estas elecciones intermedias, ha obtenido números que le saben a triunfo. Algo ha cambiado en la política electoral de Baja California Sur.
Días de vino y de rosas. Los triunfos pasados del PRD se resaltaban por la prensa a modo; la algarabía y el gozo se notaban en el perredismo; grupos de fans hacían alarde del éxito en las calles. Las doñas que han conseguido trabajo en el DIF, los que lograron colocar al hijo de conserje, los que consiguieron permiso de puestos ambulantes, los que gozan de un cheque quincenal estatal sin falta, no se mostraron como en otras elecciones ganadoras. Ni aquelarres privados, ni carcajadas alcohólicas y satisfechas surcaron los hogares de los elegidos. Ni guirnaldas ni coronas de laurel hicieron su aparición cuando los resultados electorales declararon vencedores a Castro y a Covarrubias.
Al otro día, ni El –izquierdista- Sudcaliforniano, ni El Periódico, acostumbrados juglares del perredismo; tampoco el Panorama Informativo de la HZ, tan alternativos ellos, cantaban regodeados en sus editoriales el triunfo del dúo dinámico.
En esta ocasión nada de esto pasó. El triunfo perredista fue mucho más apretado de lo que se pensó, incluso, uno de los candidatos perdió la capital a manos del PRI, de tal manera que lo que ayer fue “miel sobre hojuelas”, hoy no lo es tanto.
Nada de eso hubo ahora. Ni mariachis ni estruendo de fuegos artificiales.
Había, a pesar del triunfo, caras largas en el perredismo. La Paz, la capital la perdió el profesor Castro Cosío. Fueron los votos de Los Cabos los que empujaron la victoria y al parecer, hubo mucha balandronada, carruseles, compra, acarreo y desaseos a los que el perredismo ya nos tiene acostumbrados.
Titilaban focos rojos en el PRD. La experiencia ha demostrado que cualquier partido que conquista el poder, es muy difícil que lo suelte. El PRI tuvo la experiencia por setenta años y saben muy bien como mantenerlo, como maniobrar desde las alturas del poder en cada elección para favorecer a sus candidatos. Esto mismo ha hecho el PRD. Sin embargo, el PRD sudca ya no gana con la misma solvencia que lo hizo en otras ocasiones. En esta elección, incluso, el triunfo estuvo en entredicho.
Primera gran ruptura. En cuanto se entregó a los perredistas triunfadores (Castro Cosío y Covarrubias) las constancias de mayoría que los hacía diputados electos por los dos distritos sudcalifornianos, Castro Cosío habló de las dificultades para ganar la elección y ubicó a dichas dificultades en la persona de Rosa Delia Cota Montaño, alcaldesa de La Paz, quien, según Castro Cosío, a nombre de la familia Cota Montaño y de su patriarca Leonel, fue quien mas que el PRI y el PAN, se constituyó en su oposición. En conclusión, dice Castro Cosío que las maniobras de Rosa Delia, pusieron en peligro el triunfo perredista en Baja California Sur.
Por lo tanto, es la primera gran ruptura en el PRD sudcaliforniano.
Ha habido otras desavenencias perredistas: cuando llegó el momento de la sustitución del gobierno de Leonel Cota, se dio una primera fisura. Algunos que preferían a Rodimiro Amaya fueron apartados cuando Leonel Cota se decidió por Narciso Agúndez. Sin embargo, dicha ruptura fue suavizada por el triunfo electoral, se repartieron cargos y el poder que todo lo soluciona mantuvo a raya a los rupturistas. Las mieles del poder, el control que mantenía Leonel Cota sobre el partido, logró balancear el barco y Rodimiro Amaya fue depuesto para después hacer el ridículo como candidato del PRI, de donde habían salido la mayoría de perredistas hoy en el poder.
Así, Leonel los mantuvo unidos y las cosas no pasaron a mayores. Terminó su gobernanza y ligó la presidencia nacional del PRD por encargo de El Peje.
El león sin melena. En el periodo preelectoral y después del conflicto postelectoral del 2006, Leonel Cota alcanzó gran notoriedad en el ambiente político, sin embargo, el prestigio obtenido pronto fue a la baja con el papel que jugó en la elección de la dirigencia partidista donde se fraguó la gran ruptura perredista nacional entre Jesús Ortega y Encinas. Leonel Cota, como organizador de dichas elecciones, no pudo terminar un trabajo convincente y una vez terminado su periodo, abandonó la presidencia del partido, sin aclarar el conflicto postelectoral que mantiene, hoy mismo, al PRD en guerra interna.
A Leonel Cota se le consideraba gente de López Obrador y quienes se quedaron con el partido –y con las prerrogativas- fueron sus supuestos adversarios.
Sin mucha ocupación en la capital, sin cargos en el comité ejecutivo, era previsible que Leonel Cota regresara a Baja California Sur en busca de sus antiguas relaciones que lo impulsaran, al menos, a una diputación federal. A sabiendas, los grupos locales cerraron el círculo y evitaron que tal posición largamente acariciada por los exalcaldes, cayera en manos de Leonel Cota quien buscaba una manera de permanecer visible en la política nacional.
Se esperaría que igual que sucedió en el 2005 cuando la disidencia de Rodimiro Amaya fisuró al partido, el gobernador Narciso Agúndez mediara en el asunto e igual, que Cota Montaño apaciguó los ánimos en aquella ocasión, Agúndez lo hiciera.
Es probable que el gobernador ni tenga capacidad política para tal empresa y también es probable que no le interese destapar el activismo de Leonel Cota en la entidad; se entiende que entre mas lejos mejor, bastante ya tenía con la hermana en la alcaldía de La Paz. Rosa Delia, la punta de lanza de Leonel Cota para permanecer en el poder, bien se sabe, no es la preferida de Agúndez como sucesora. Bien podrían ser tanto sus secretario general o alguno de los diputados federales. De ahí que Rosa Delia, como parte de las acciones de la familia Cota Montaño, obstruya a Víctor Manuel Castro en su camino a la diputación.
Por otro lado, sin la autoridad partidista del gobernador Narciso Agúndez, los viejos perredistas genuinos, los expriistas, los representantes Chuchos, Amalios, los profesores de la Coordinadora, los perredistas cabeños, los muleginos, etc. queda el PRD propenso a convertirse en una lucha de facciones, muy parecido al caos que hoy mantienen en el DF.
Cosas de familia. Para la familia Cota Montaño, las credenciales y méritos de Leonel eran suficientes para que, por lealtad y aprecio a sus buenos oficios, tanto Castro como Covarrubias, bien pudieron hacerse a un lado para dejar paso a que Leonel se alzara con una diputación.
Después de su abrupto fin como presidente del PRD nacional, Leonel se quedaba sin una ventana a la política nacional, sin duda, estas elecciones intermedias eran las ideales para que tomara un lugar que se le negaba desde el PRD nacional puesto que pertenecía a las huestes AMLO.
No solo deseaba un escaño en el próximo congreso para no perder la visibilidad nacional después de andar en las grandes ligas, sino para, desde esa posición, aupar la candidatura de Rosa Delia a la gubernatura de Baja California Sur y así, completar los 18 años prometidos de Cotas Montaños en la dirigencia del estado.
Obviamente no son los únicos tiradores. No solo la familia Cota Montaño pretende lograr la gubernatura próxima. Si bien el gobernador está donde está por obra y gracia de los Cota Montaño, también ha mostrado que no le gusta el papel de cuida-puesto; que el ego no es solo una instancia freudiana y que, al final, seguramente hará las maniobras necesarias para dejar en su lugar, como suele hacerse, a un leal a toda prueba…no vaya a ser. Pero también le debe lealtad a los Cota Montaño… esa es la cuestión. Habrá que ver al final si puede más el cuidado de sus propias espaldas o el acatamiento de la conciencia, si esta recuerda con pelos y señales quien lo colocó en el mentado Palacio de Cantera.
De perredistas a perredistas. Si bien, el salto del PRD en 1999 se dio por el trasvase de militantes priistas, parecía que el PRD había logrado amalgamar una fuerza homogénea de priistas convencidos de las bondades de la izquierda. Ya existía, como se recuerda, un núcleo perredista duro en la entidad entre los cuales se encontraba el Prof. Victor Manuel Castro Cosío quien se convirtió en el enlace y contacto de los priistas perredizados y los viejos perredistas fundadores, algunos de los cuales fueron incorporados al gobierno de Leonel Cota.
Pero el caos en el que se ha convertido el PRD nacional, las elecciones fallidas, las tribus salvajes, los dislates de López Obrador, el dinero en juego, el futurismo y demás patrañas que padece el sol azteca, no podía dejar indemne a la Baja California Sur.
Esta es la primera fractura que deberá tener consecuencias porque el PRD ya no tiene las riendas del poder aseguradas en Baja California Sur. Hoy, el PRI animado por los triunfos nacionales y el caballo de hacienda en el que corre su seguro candidato a la presidencia el 2012, la autoestima hasta arriba, como lo demostró en La Paz en estas elecciones, se encuentra en situación de ganar alcaldías, quizás con ciertas alianzas podría lograr la gubernatura.
El PRD carece de la firmeza de antaño y sus huestes militantes provenientes del PRI, bien podrían regresar a la querencia. Así como un día un puñado de priistas se levantaron izquierdistas, un día, cualquier otro, esos mismos militantes, bien podrían levantarse revolucionarios…e institucionales.
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