EL VERDULERO RUIDOSO, EL MÉDICO Y EL AYUNTAMIENTO PACEÑO (Segunda parte)
Nos quedamos en que vecinos del verdulero ruidoso que se
encuentra en las calles de Cabildo y 5 de mayo no soportan tanto ruido pero que
le temen al veleidoso comerciante. El doctor –uno de los afectados-
transfigurado en héroe por aclamación popular, es aupado por las víctimas del
verdulero para que con su “influencia” acuda al ayuntamiento paceño y ponga en
juego sus contactos, su don de palabra, su representación social, con el fin de
frenar el contaminante ruido que sale de las enormes bocinas del escandaloso
banquetero.
El doctor, todo un ciudadano, que solo va armado por la
razón que se encuentra contenida en el Bando de Policía y Buen Gobierno (BP y
BG). Así, acude a la sede del ayuntamiento paceño, llega a la explanada y se
dispone a buscar un módulo de información. Apenas otea el horizonte cuando se
encuentra con el Sergio Bautista –que mejor información- piensa el facultativo.
El Sergio bautista es casi un cronista de la ciudad, conoce todo lo que hay que
conocer de La Paz; de ágil y amena conversación, memorioso como pocos, de
inmediato se introducen en el tema, el doctor le expone su pesar, Bautista ni
siquiera le deja concluir su alocución –No hay nada que hacer- dice con
pesadumbre. Baja los ojos y cuenta una y otra anécdota acerca de casos
similares al del doctor. Cuenta que después de peregrinar de oficina en
oficina, parece que no hay quien responda por las disposiciones del BP y BG.
El pesimismo de Bautista no habría de arredrar la fe que el
médico tiene en las instituciones. En camino al edificio edilicio encuentra a
una conocida que trabaja en el corazón del ayuntamiento. Repite la historia del
verdulero ruidoso que no le deja trabajar en paz, en vez de ayudar a buscar
donde resolver el asunto, la empleada del ayuntamiento lo recibe con la noticia
de que el cabildo está a punto de aprobar una ley en la que se podrán permitir
70 decibeles de ruido público. –No puede ser- exclama el facultativo y ambos,
casi al unísono se preguntan –¿sabrán los responsables cuanto de ruido son 70
decibeles?. Por lo visto, no.
Mas pesares, más dificultades encuentra en el recorrido. Por
artes del destino se encuentra a un alto funcionario del ayuntamiento al que
después de saludar de manera respetuosa, aprovecha el facultativo para
explicarle sus desdichas con el escandaloso verdulero. Presto el funcionario,
le indica que acuda a la oficina de Puestos Fijos y Semifijos -en aquella
puerta- apunta con diligencia. Se apersona en la mencionada oficina y una vez
que se desocupa la empleada del mostrador, vuelve a contar la misma historia.
Cuando termina su disertación, la empleada que se distraía mientras el médico
explicaba sus pesadumbres, concluye que no es en esa oficina donde se arreglan
los asuntos de los ruidosos verduleros. –es en Espectáculos- y agrega –en la
puerta de enseguida-
Prosigue su caminata hasta la oficina de Espectáculos. Hay
mucho tráfico en la oficina de Espectáculos. Espera hasta que una empleada
queda libre para volver a contar su asunto. –me envían de Puestos Fijos y
Semifijos, apenas va a la mitad cuando saca una libreta y empieza a preguntar
datos. ¿Dónde? ¿Cuándo? ¿Como? Todo se le responde. –muy bien- dice en forma de
despedida, se da la vuelta y deja al quejumbroso parado y en ascuas. –señorita-
dice tímidamente que va a pasar con mi asunto?- La señorita regresa y trata de
explicar algo mas o menos así: -vamos a llamar al inspector de la zona para que
revise la situación, una vez que esto suceda, el inspector traerá un informe
detallado que servirá para tomar una determinación respecto del asunto que
usted acaba de explicar. – ¿Cuánto tarda el procedimiento? -pregunta
descorazonado el facultativo. –depende- es la respuesta y como intuyendo la
siguiente y obligada cuestión, añade –depende de que el inspector ande por la
zona-.
Poco satisfecho con sus gestiones, el médico acude con un
amigo que trabaja en el Ayuntamiento. Su amigo habla con un director de algo –a
ver si te ayuda- dice. En efecto, a la media hora el médico recibe una llamada,
es la secretaria del director –dice el director que elabore una queja por
escrito- y le explica los detalles, los elementos que debe llevar la denuncia
-deme su correo electrónico para enviarle un formato- Hasta la fecha el médico
está esperando el formato que la secretaria del director le habría de enviar.
El verdulero y su ruido siguen tan campantes. El médico ha
utilizado las redes sociales, ha recibido decenas de respuestas y todas son
deprimentes –No hay nada que hacer- parece ser la objeción general. De lo poco
que se puede hacer es: no darles el voto para sus próximas aventuras políticas
y escribir dos artículos pesimistas en Octavo Día.
No hay comentarios:
Publicar un comentario